Veo con satisfacción a ciertos “opinadores” y politólogos, “expertos” de la cosa pública (sin jamás haber ejercido función alguna) y defensores de la moral política, guardar silencio. Veo a dirigentes empresariales que durante estos dos años no han sido más que una vergonzosa caja de resonancia de la comunicación oficial, aunque a regañadientes, exhortar a la clase política para que exista un gran acuerdo nacional.