“La habilitación del puente que no llegaba a ningún lado en Mataje, provincia de Esmeraldas, encendió alertas de seguridad”. La cita es lo primero que el buscador muestra en el monitor de la computadora. Los “tags” de búsqueda que se deben utilizar son: Moreno-puente-no-va-ningún-lado.

Mi pesquisa personal se motivó luego de mirar despliegues periodísticos y gubernamentales del presidente Lenín Moreno con su similar de Colombia, Iván Duque Márquez, chocando codos en el acto inaugural del otrora posicionado tema del “puente que no lleva a ningún lado” sobre el río Mataje.

La cita con la que arranca este artículo pertenece a una publicación del diario El Telégrafo en una extensa nota descalificadora del excompañero de fórmula de Moreno, Rafael Correa: “Pero, en la práctica, solo ha beneficiado a los grupos irregulares asentados en la zona por la facilidad de movilidad que brinda el territorio ecuatoriano para transportar droga o abastecer de precursores químicos gracias a esa infraestructura vial que accede fácilmente a puertos marítimos y aéreos”.

No fue la única publicación ni el único medio que con conciencia o no asumieron con furia el capítulo del “puente que no lleva a ningún lado” en medio de una estrategia tan descuidada, mediocre y cínica de manipulación informativa que hasta el momento no se ha compensado al menos con una disculpa o enmienda pública, ya que lo inauguraron con suntuosidad.

Era marzo o abril de 2018 cuando Lenín Moreno expuso el tema en una entrevista con un medio internacional y el eco fue tan resonante dentro del país que era inevitable que aquel halo de incertidumbre se instale en un sector de la ciudadanía: “Alguien me puede explicar qué ‘sentido’ tuvo construir un puente que conduce a… ninguna parte?”, posteaba Jimmy Jairala desde su prefectura del Guayas. “Puente Mataje para favorecer a la guerrilla colombiana. Increíble pero cierto, al otro lado no hay carretera!!! tuiteó Lucio Gutiérrez antes de su motorizado retorno. “Fondos del terremoto lo usaron para construirles el puente a los narcotraficantes…”, escupía en redes un Abdalá sin grillete.

Y hoy que el puente fue inaugurado con enorme despliegue, promocionado por el gobernante Moreno, se obvió aquel principio periodístico que a veces nos redime de nuestros pecados, los veniales y los mortales: la contextualización. ¿Si en aquel momento no lo hicieron, no lo verificaron, ni lo contextualizaron, acaso lo van a hacer ahora? ¡Peras al olmo! Y para el colmo del cinismo, el mismo Moreno lo inaugura luego de enterarse de que se trataba de un convenio binacional, de que del lado colombiano –cuando denunciaba su mentira– la carretera estaba a cuatro kilómetros y con retrasos del Gobierno colombiano.

No, señores. Mentira y cinismo –en tiempos de campaña– es mucha factura para tratar de seguir mintiéndole al pueblo ecuatoriano. El caso del puente que no lleva a ningún lado es solamente la punta del iceberg de lo que ha sido el actual modelo de gobierno que, de seguro, dejará la mesa servida para que prepare su verdadera rendición de cuentas, al juicio de la historia. (O)