Con la promesa de combatir la corrupción, reducir la pobreza y promover la justicia social, Hugo Chávez Frías asumió la presidencia de Venezuela en febrero de 1999. Cuando Chávez llegó al Palacio de Miraflores, 4 de cada 10 venezolanos eran pobres, de los cuales cerca de 2 vivían en la pobreza extrema. La tasa de inflación anual se situaba en 30 %, mientras que 16 de cada 100 venezolanos en edad de trabajar se encontraban desempleados. Venezuela estaba lejos de ser un ejemplo en materia política y económica. No obstante, la posibilidad de convertirse en una tragedia humanitaria era todavía lejana.

Hoy Venezuela es el país más pobre de América Latina, superando a Haití y registrando niveles de pobreza similares a países africanos. Según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida, el 96 % de los venezolanos vive en la pobreza, de los cuales el 79 % se encuentra en pobreza extrema, es decir, no tienen ingresos suficientes para cubrir sus necesidades de alimentación. Solo el 3 % de los hogares venezolanos no reporta problemas de alimentación. A noviembre de 2020, el salario mínimo integral de los venezolanos fue aproximadamente 72 centavos de dólar, lo cual no cubre ni el 1 % de la canasta alimentaria.

Según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el colapso económico de Venezuela se debe al intervencionismo estatal, a la gestión poco transparente e ineficiente en el sector petrolero y al manejo macroeconómico irresponsable. El intervencionismo estatal se ha caracterizado por la imposición de controles de precios y de cambio como también a la ausencia de seguridad jurídica, lo cual destruyó al sector productivo del país. Por ejemplo, entre 2002 y 2016 el régimen venezolano expropió 692 empresas, mientras que el número de empresas públicas aumentó de 74 en 2001 a 580 en 2018. En la actualidad, la inversión privada es casi inexistente en Venezuela.

Este modelo intervencionista ha provocado la destrucción de empleos, la falta de servicios básicos y el desabastecimiento de alimentos y medicinas. Venezuela reporta siete años de contracción económica y tres años de hiperinflación. Se estima que la producción se redujo cerca del 90 % entre 2013 y 2020. Hasta noviembre de 2020, la inflación acumulada se ubicó en 3.046 %. Además, el 44 % de la población mayor a 15 años está económicamente inactiva por falta de oportunidades laborales. Asimismo, el 85 % de las farmacias y hospitales sufre de desabastecimiento. Casi 9 de cada 10 venezolanos sufre de interrupciones en el suministro de agua. En consecuencia, cinco millones de venezolanos han abandonado su país debido a la crisis humanitaria.

Los socialistas dirán que la crisis es producto de las sanciones impuestas a Venezuela por parte de Estados Unidos. En realidad, el fin de la mentira del chavismo empieza con la caída del precio del petróleo en 2014 y la absurda emisión de dinero por parte del régimen. De acuerdo al estudio del BID, el Banco Central de Venezuela empezó a emitir dinero a un ritmo acelerado a partir de 2014 para otorgar financiamiento a empresas públicas. Este financiamiento llegó a representar el 10 % de la producción nacional en 2017, provocando la hiperinflación.

Resulta preocupante que Andrés Arauz, el candidato presidencial del correísmo, admire al régimen venezolano y tenga como principal propuesta la emisión de dinero no respaldado al puro estilo chavista. Hace 20 años pocos venezolanos imaginaron el infierno que están viviendo en la actualidad. En Ecuador, las elecciones presidenciales se acercan y serán decisivas para la recuperación o colapso de nuestro país. ¿Chavismo en Ecuador? Solo el voto responsable impedirá que Ecuador se convierta en Venezuela. (O)