Titulo así este artículo por la simpatía pública manifestada por el candidato Bolsonaro por el presidente Trump, y por las muchas coincidencias de ellos en política interna e internacional. En sus inicios políticos, ninguno de los dos era considerado un candidato con posibilidades de alcanzar la presidencia. A Trump le ayudó mucho la filtración de correos electrónicos de los demócratas, hecha por los servicios de inteligencia rusos, a través de su agente Assange; a Bolsonaro, los escándalos de corrupción en Brasil; el voto por Bolsonaro no fue únicamente un voto ultraderechista, antidemocrático, fue un voto contra los ladrones; también fue un voto contra la inseguridad, contra los asesinatos diarios. Si el candidato de Lula obtuvo, de todas maneras, una votación importante, no fue solamente por los restos de fuerza del Partido de los Trabajadores, sino porque muchos de los que rechazan a ese partido tuvieron temor de caer de un régimen totalitario, irrespetuoso de las leyes, perseguidor de las minorías. No se explica de otra manera que haya obtenido el 55% de la votación, que incluye a muchas mujeres, a pesar de su repugnante discurso misógino; entre sus “doce apóstoles”, sus colabores más cercanos, no hay una sola mujer.

Anotemos que ha producido una verdadera revolución en el método y el costo de una campaña política: Bolsonaro ha conseguido su triunfo mediante las redes sociales y a un costo treinta veces inferior al de su adversario.

Nos ocupamos, ahora, de sus coincidencias en materia internacional, donde tienen tanta significación por el peso de sus economías: Trump, en el mundo; Bolsonaro, en la órbita latinoamericana principalmente. Trump detesta a las Naciones Unidas y se ha rodeado de asesores que solo creen en la amenaza o el uso de la fuerza. Bolsonaro ha manifestado que la ONU ha servido de instrumento en la propagación de ideas izquierdistas. Ya le ha puesto un epitafio al Foro de Sao Paulo, que era un foco de difusión del castrismo. Probablemente, estarán asustados, los sobrevivientes del grupo de la ALBA, del cual el Ecuador se separó en buena hora. Será muy difícil que en la pequeña Bolivia, tan cerca del gigante, pueda Morales continuar con su intento de una nueva reelección; mucho menos cuando perdió su juicio en La Haya contra Chile; Bolsonaro iniciará sus giras internacionales por Chile. Contra Maduro ya se han manifestado Trump y Bolsonaro; también el presidente de Colombia; antes Argentina, el Grupo de Lima; el Parlamento europeo lo condena y apoya una acusación penal internacional contra Maduro.

Entre sus “doce apóstoles”, sus colabores más cercanos, no hay una sola mujer.

Ante esta realidad, no nos conviene estar solos. Felizmente, en su discurso en la ONU, el presidente Moreno ya condenó a los gobiernos dictatoriales y sanguinarios de Venezuela y Nicaragua. Debería sumarse al Grupo de Lima, a la demanda penal contra Maduro. Debemos ingresar a la Alianza para el Pacífico; eso nos da fortaleza. Podemos cooperar con Brasil en lo que no se oponga a nuestras tesis internacionales de respeto al derecho. (O)