Finalmente han hecho presencia las consecuencias del descontrol en la frontera compartida con Colombia. Un área territorial principalmente colombiana, dominada por bandas criminales, narcotraficantes, disidentes de las FARC que se mantienen en el negocio de la droga; y, además, los elementos insurgentes del ELN que desafían y presionan al Estado vecino para buscar un acuerdo –que se mediaba en Ecuador–, cuando las negociaciones para terminar el conflicto se han suspendido.

Lo anterior ha incrementado la inseguridad en ambos lados de la frontera colombo-ecuatoriana y no pareciera que las iniciativas gubernamentales se desarrollan de acuerdo a los consejos de los expertos . Algo sumamente preocupante, pues denota que las cosas pueden empeorar para los intereses ecuatorianos. No solo por los ataques terroristas acaecidos recientemente sino por los que se prevén, cuando nos inmiscuyamos militarmente en el conflicto colombiano, luego de los acuerdos alcanzados entre los presidentes de ambos países para conformar una fuerza de tarea conjunta binacional.

Según declaración del general (r) Oswaldo Jarrín, hemos vivido una cadena de errores a la que se suma la reciente década de pésima conducción política exterior, relacionada con la defensa del país frente al conflicto colombiano. Más aún, cuando el Gobierno ecuatoriano aceptó que oficiales ecuatorianos conformen los estados mayores de Colombia y la indicada fuerza binacional de tarea conjunta. Lo anterior sería obra de una falta de adecuado asesoramiento militar al presidente Moreno. Eso significa “ceder la iniciativa, la independencia y la capacidad de las Fuerzas Armadas ecuatorianas profesionales” a la iniciativa colombiana. Así, sus estados mayores y fuerzas de estado conjunto asumirán la organización y el empleo militar. Esto se aleja de la política de Estado del Ecuador, de no intervención en el conflicto colombiano, que sin duda mezcla problemas de narcotráfico, delincuencia e insurgencia.

Por las noticias publicadas en los medios colombianos se deduce que la fuerza conjunta militar y policial de ese país combatirá el narcotráfico, la delincuencia común y las disidencias de las FARC, que siguen armadas en la zona sur. Pero no se ha tenido presente en el cometido a la también peligrosa insurgencia del ELN, que asimismo ocupa ese ámbito territorial.

Desde nuestro lado tampoco hemos tenido en consideración, que con relació́n al conflicto interno de Colombia, el Estado ecuatoriano ha propugnado tradicionalmente los esfuerzos diplomá́ticos para cimentar la paz y “...la firme voluntad de no involucrarse en los asuntos internos de Colombia, segú́n las polí́ticas establecidas por el Consejo de Seguridad Nacional; lo que, en el ámbito de la defensa, se traduce en la no participació́n en operaciones militares coordinadas, conjuntas ni combinadas con las fuerzas militares de Colombia…”, tal como se lee en el Libro Blanco de las Fuerzas Armadas nacionales. Ahí también se establece como línea central de pensamiento que entre los temas de seguridad para nuestra población y bienes en la frontera con Colombia se exija al Estado colombiano que ejerza el control efectivo de su frontera.

Independientemente, es necesario potenciar nuestras Fuerzas Armadas y Policía, con nuevos acuerdos de cooperación con Estados Unidos. (O)