Así dije, hace poco, que se encontraba el famoso superintendente de Comunicación en espera de la ocasión para volver a saltar sobre los medios de comunicación y los periodistas, como lo hizo centenares de veces durante el gobierno de Correa. Esta vez se sintió ofendido por las declaraciones en Teleamazonas de la asambleísta Lourdes Cuesta, quien propone una Ley de Comunicación que sustituya a la llamada Ley Mordaza. El Superintendente quiso ejercer el derecho a la réplica enviando para que se reproduzca una grabación suya. Teleamazonas había propuesto una entrevista en el mismo espacio. El superintendente ha iniciado un proceso contra el canal en el que es acusador y juez; él dictará la sentencia y resolverá la apelación. Nadie espera que absuelva a Teleamazonas, cuyos directivos se han mantenido firmes en defensa de sus principios. Los ciudadanos estamos pendientes de la actitud que adoptará el presidente: si apoya o no al funcionario que fue el instrumento de la represión a la prensa. Así como este funcionario, se encuentran en sus puestos, con las garras escondidas, los tribunales y jueces que condenaron a periodistas, a periódicos, a bancos, a pagar indemnizaciones millonarias en beneficio personal del presidente Correa. Para escarnio de la justicia, estos jueces, recientemente, condenaron a los principales denunciantes de los atracos al Estado al INRI a portar en los tobillos un grillete que, más bien, les honra. El Consejo de la Judicatura que, muy campante, sigue llenando vacantes, como lo hizo antes, cuando fue instrumento de la metida de mano de Correa en la justicia, es defendido por el jefe del Estado. Igualmente, es defendido el presidente del Instituto de Seguridad Social, a pesar de haber borrado de su contabilidad, en perjuicio de los afiliados, una multimillonaria deuda del Estado. Se hace caso omiso de la resolución de destitución de Contraloría, aunque se aceptó la dictada contra el vicepresidente. A nadie he visto aferrarse al cargo tan desesperadamente.

En la Asamblea, los legisladores gobiernistas la dejaron sin quórum para evitar tratar estas terribles revelaciones, tales como aquellas de decir que las acusaciones de la Comisión Anticorrupción, y las de Villavicencio, son verdaderas.

Para aumentar nuestro desconcierto, resulta que el secretario de la Presidencia ha hecho revelaciones sobre los acuerdos entre el gobierno saliente y el entrante para “asegurar la continuidad política e ideológica de la Revolución Ciudadana”. El comunicado oficial del funcionario no desmiente las declaraciones que dice le han sido atribuidas, sino que manifiesta que “estas han sido sacadas de contexto”, lo cual confirma que existen; asimismo, confirma su existencia cuando “rechaza la grabación ilegal”; es decir, ilegalmente hecha, pero real. Luego confirma su existencia al asegurar que las declaraciones “no corresponden a la posición del presidente de la República, Lenín Moreno.” Un secretario debe ser discreto, porque cuando habla da fe pública. En la Asamblea los legisladores gobiernistas la dejaron sin quórum para evitar tratar estas terribles revelaciones, tales como aquellas de decir que las acusaciones de la Comisión Anticorrupción, y las de Villavicencio, son verdaderas; que se acordó abrirse al diálogo porque la gente quiere ser escuchada, pero que no cederán en nada. Están asomando las garras. Votaremos por el sí en la consulta, pero luego reclamaremos una verdadera reforma del Estado. (O)