Las naciones inteligentes dan especial relevancia a las actividades agrarias, los esfuerzos públicos y privados van encaminados a procurar su desarrollo, reconociendo que son indispensables para la provisión de alimentos, comportamiento ni siquiera ajeno a los países elitistas del primer mundo que le asignan ingentes recursos, inclusive subsidios que superan los mil cuatrocientos millones de dólares diarios (Comisión de Desarrollo Empresarial Sustentable, 2017), causantes de distorsiones en el comercio mundial agropecuario. La política agrícola es la mayor preocupación de sociedades con clara conciencia del valor de la ruralidad, centro generador de bienestar colectivo, planteamiento en que se inscriben estados como el uruguayo y chileno y ahora con gran fuerza Colombia y Perú, como ejemplos en América del Sur; contrariamente Ecuador, más agrario que ellos, no logra que su sociedad y los líderes que la conducen se identifiquen plenamente con ese principio, razón de la relegación campesina.

La República Popular China desde hace varios años ha introducido cambios fundamentales en su manejo agrícola, al punto que el recién concluido congreso del Partido Comunista Chino, órgano político de esa nación, ha dado un extraordinario énfasis a la agricultura, aprobando igual que en los trece años anteriores, el denominado Documento Nº 1, preparado por el Comité Central y Consejo de Estado o gabinete del país, que proclama profundizar la reforma estructural rural hacia el aumento de la oferta impulsada por la productividad, con innovación y tecnología, respetando el medio ambiente, consagrando como medida de acción política las cadenas productivas, con fines agroindustriales, pero mirando siempre el bienestar de los agricultores, requisito básico para dar validez a la seguridad alimentaria del pueblo chino.

El eje central del documento 1 es la agricultura, los agricultores y las áreas rurales, siendo además un instrumento de política instituido por las autoridades superiores chinas como expresión de la prioridad que se les asigna, lo cual significa, según el origen latino de la palabra, “lo primero entre dos”, recogido también por el Diccionario de la Real Academia Española cuando la define como “anterioridad de algo respecto de otra cosa, en tiempo u orden”. Es el trato prioritario que el Estado ecuatoriano debe otorgar a lo agrario, aun en el evento que tuviese que optar entre otros segmentos productivos, como se ha venido demandando con argumentada insistencia.

Lo contrario es la marginación agraria, cuando se prefieren los intereses de una cuestionada concesión portuaria en El Oro, que pretende incrementar sin causa justificada las tarifas bananeras, afectando su competitividad, desconociendo que es el sustento de toda una región, fuente de trabajo de miles de compatriotas, que carecen de otra ocupación alternativa. En cambio, una prueba palpable de atención sería la aplicación sin retardo de salvaguardias comerciales que impidan el acceso de azúcar en cantidades inusuales, que trastocan la producción de caña en desmedro de agricultores imposibilitados de entregar sus cosechas a los ingenios.

La expresión de máxima prioridad al sector agroalimentario y agroindustrial es una definición política que reclama sin demora la nación, acompañada con la ejecución de proyectos que conduzcan al desarrollo integral del campo como mecanismo idóneo en la lucha contra el hambre y la pobreza. (O)

El eje central del documento 1 es la agricultura, los agricultores y las áreas rurales, siendo además un instrumento de política instituido por las autoridades superiores chinas como expresión de la prioridad que se les asigna.