Las tachas provienen del exgobernante Rafael Correa en relación con pronunciamientos y actuaciones de Lenín, su sucesor.
¿Qué lo explicaría?
En una década, la regla de oro como que vino siendo “el capitán manda”. Siempre debía hacerse lo que él mandaba.
Y surge la pregunta: ¿ya no está mandando? Asimilarlo, para él, no le sería fácil.
En lo del juicio político a Pólit, él lo cuestionó, puntualizando que con la orden de detención para fines de indagación, sin instrucción fiscal, se le estaba impidiendo su defensa, pero ni uno de sus asambleístas, los “correístas” a ultranza, se adhirió a esa posición. Pólit –que amenazaba hablar sobre indicios de responsabilidad penal en informes de la Contraloría– no habló; y así está quedando, igual que Pedro Delgado y Pareja Yannuzzelli, quienes, por no habérselos detenido oportunamente, como que en gratitud guardaron silencio; y, cuando hablaron –meses después de fugados–, ya estaban totalmente deslegitimados.
¿Pólit evidenciará lo contrario, exhibiendo inmediatamente los informes con los indicios que expresa tener?
En la década de Correa sí se tomaron acciones y se hicieron algunas cosas que debían hacerse. Eso no se desconoce.
Pero como hubo mucho dinero –por los precios de los hidrocarburos, por la generosidad “interesada” de terceros países de proveer créditos, amarrados con contratos, y por los incrementos tributarios– también hubo el imperio de lo faraónico, del gasto innecesario, de los sobreprecios, de las simulaciones para desviar beneficios en negocios del Estado, de la alteración de las cifras, entretejiendo todo esto un entorno proclive a la corrupción, que no se limitó a casos aislados, sino que se extendió como derrame de hidrocarburos que siempre deja secuelas.
¿En cuánto de esto actuó a conciencia el exgobernante?, ¿cuánto fue dominado por odios o resentimientos sociales, por capricho, por figurar, por actitudes narcisistas, por quererse salir con “la suya”?, ¿cuánto porque lo engañaron y no sabía la verdad? Preguntas sobre las que aún faltan respuestas.
¿Habría otra explicación?
Podría haberla. En cualquier apertura o distensión de Moreno con terceros, quizás Correa quiere ver ‘deslealtad’ de aquel.
De este modo, cuando Moreno deba decirle al país la verdad sobre lo insostenible de las cuentas fiscales –Correa, de despedida, mayo del 2017, anunció que la deuda total era de USD 27.871 millones; el gobierno de Moreno, corrigiendo cálculo y forma de calcular, al 31 de mayo de 2017, identifica USD 41.893 millones (42% del PIB), más de catorce mil millones de diferencia, y la sospecha es que aun es mayor– a fin de tomar decisiones económicas, o cuando tenga que identificarse a los reales responsables y beneficiarios de la corrupción, que no son los actores secundarios, hasta ahora mencionados, en cuanto a Odebrecht y a Petroecuador, o en otros casos que se vayan estableciendo, todo lo que diga o haga Moreno o su gobierno, siempre será tachado de expresiones de deslealtad.
Correa así ya asumiría su propio carril de oposición e iniciaría su plan de retorno, para el 2021 o aun antes, de ser posible.
La relación con China
China generó en la década de Correa el mayor endeudamiento –y sensiblemente costoso– en la historia del Ecuador.
Están los créditos colateralizados con petróleo, que no se registraban como créditos, sino que se los hacía aparecer como recursos originados en pagos por petróleo que solo faltaba por entregarse, cuando no había tal pago anticipado.
Eran dos cosas diferentes, una, el crédito con intereses; y, por separado, lo que se compraría por China de petróleo. Una empresa de China, no la entidad prestamista, se comprometía a comprar el petróleo, y luego solo se quedaba de intermediaria, trasladaba la negociación a otra intermediaria para que esta coloque las cargas de petróleo –que nunca negociaron para que vayan a China– a otros. Cada interviniente, por el solo tráfico de papeles, en la negociación petrolera, tenía ganancia, sin mover buques, ni asumir riesgo alguno. Nada de subasta o concurso a fin de tener oportunidad de mejores precios que beneficien al Ecuador. Los de mayor beneficio, los intermediarios.
¿Convicción de que actuaban bien los que decidían por el gobierno ecuatoriano?, ¿error?, ¿ingenuidad? Hasta ahí me quedo en las interrogantes.
También están los créditos para obras públicas, con intereses, condicionados a que se les dé la construcción –en cifras, con elevados sobreprecios– a empresas chinas. La degeneración, en este caso, se daba cuando contratadas las obras, en tramos importantes solo quedaba el rostro de las empresas chinas y se desviaba la negociación a subcontratos a dedo. El sobreprecio lo facilitaban por los elevados niveles de utilidad que eran repartibles, que no se habrían dado de haber habido licitaciones y concursos competitivos.
En el caso de China, CAMC Engineering Co., Ltd., con 25 grandes contratos en el Ecuador –un estimado de USD 810 millones– para hospitales, unidades del milenio, proyectos multiparques, edificios universitarios, edificios del ECU-911 y la plataforma financiera que se inundó en Quito, el reciente mayo del 2017, entre otros, la empresa –también presente en otros países– ha sido observada por el Banco Mundial por sospechas de prácticas de corrupción.
Alguien decía “país ordeñado por la corrupción”. Que todo se trasparente es lo que quiere la ciudadanía.
Y les llegó el palmetazo
Vinicio Alvarado, julio 6, 2017. 11:29 - 11:31 “Gobernar no debe ser juego de niños, sin embargo parecen niños jugando. Un poco más de respeto y consecuencia con un proceso que nos ha costado tanto. No al sectarismo ni tampoco el hacer relevante lo intrascendente. Al que le caiga el guante, que se lo chante”.
¿Y la verdad y la transparencia?, ¿deberán ser ahogadas? (O)
Alguien decía “país ordeñado por la corrupción”. Que todo se trasparente es lo que quiere la ciudadanía.










