El debate electoral estuvo marcado por constantes interrupciones de los moderadores Andrés Jungbluth y Gisella Bayona, debido a que varios candidatos presidenciales no respondieron directamente a las preguntas o no formularon réplicas y contrarréplicas enfocadas en los temas, y en su lugar dirigieron ataques a sus adversarios o desviaron sus respuestas. La situación fue tal que los moderadores silenciaron los micrófonos de los presidenciables que no se ciñeron a las reglas.