Conformar una “nueva” Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), alegando que “urge la reconstrucción de un espacio eficaz de concertación” en la región, es el pedido que siete expresidentes y varios excancilleres, exministros, parlamentarios e intelectuales de Suramérica hicieron al líder chavista, Nicolás Maduro, a través de una misiva el pasado lunes, 14 de noviembre.

En el documento, difundido por la cancillería venezolana, los firmantes expresaron tener confianza en la visión de Maduro y de otros líderes para hacer de la región “un motor impulsor de un nuevo nivel de unidad e integración latinoamericana, anclada en la solidaridad continental y en los valores permanentes de la paz y la democracia”.

Los exmandatarios Michelle Bachelet (Chile), Rafael Correa (Ecuador), Eduardo Duhalde (Argentina), Ricardo Lagos (Chile), José Mujica (Uruguay), Dilma Rousseff (Brasil) y Ernesto Samper (Colombia) figuran entre los firmantes.

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La misiva fue enviada a todos los presidentes actuales de la región. El Gobierno del presidente Guillermo Lasso no se ha pronunciado hasta el momento.

La Unasur nació en 2008 impulsada por el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez y apuntalada por otros líderes regionales, como el actual presidente reelecto de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.

Hace unos cinco años entró en crisis por falta de acuerdos entre sus doce miembros sobre un nuevo secretario general, situación que se agravó por diferencias de opinión sobre la crisis venezolana. Finalmente, en el 2018, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú suspendieron su participación y financiación cuando asumieron Gobiernos de centroderecha. En 2019 lo hizo Ecuador, y actualmente está integrada solo por Guyana, Surinam, Venezuela y Bolivia.

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En la carta, los firmantes aseguraron que los resultados electorales recientes “han permitido el triunfo de gobernantes y coaliciones políticas favorables al reimpulso de la integración regional” y que es una “oportunidad que no se puede dejar pasar”.

Oswaldo Moreno, analista y consultor político, dice que no le toma por sorpresa que el pedido haya sido dirigido a Maduro, ya que no se debe olvidar que Venezuela es aún una potencia petrolera y que su importancia se ha evidenciado con los acercamientos que ha tenido con el Gobierno de Estados Unidos y con otros de Europa, como Francia, que están detrás de restablecer relaciones.

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“Al margen de los temas de los Gobiernos, las formas y todo lo que se puede cuestionar a ese país, hay algo llamado geopolítica, y en este tema Venezuela es el país con las más grandes reservas petroleras”, explica, y dice que haber “desmantelado la Unasur fue una barbaridad” que hicieron los Gobiernos anteriores.

Aunque menciona que “el verdadero factor determinante va a ser Brasil, con Lula”.

Sin embargo, para Cristian Carpio, catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad de las Américas, el que el pedido sea a Maduro y hecho desde líderes de izquierda es muestra de que se sigue concibiendo al organismo como algo ideológico.

Refiere que el principal problema de la Unasur ya fue el tener una “excesiva carga ideológica y falta de visión en procesos de integración comercial”.

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“Surgió como un bloque con miras a replicar el modelo de la Unión Europea, pero su problema fue que mucho se abordó lo ideológico, que limitó que haya una pluralidad de sus miembros y facilidades para concretar acuerdos. Veo que la idea surge con la misma noción: se habla de respetar el pluralismo ideológico de la región, pero se lo dirige a Maduro”, subraya, y dice que puede ser un error querer darle protagonismo.

Carpio ve poco probable que, al plantearla en las mismas circunstancias de antes, la Unasur pueda resurgir y progresar.

“En términos prácticos no aportó nada, y esta es una región que normalmente está sujeta a cambios políticos bruscos; se lo conoce como ‘efecto péndulo’, es decir, que oscila de izquierda a derecha rápidamente (sin que) haya coherencia ideológica”, explica.

Por su parte, Moreno resalta que se debe considerar que este tipo de asociaciones no solo debe ser con coincidencias políticas o ideológicas, sino con acciones que van más allá, como la creación de un banco, una política de defensa, aduanera, sin barreras comerciales, fronteras cero, etc.

“La integración debe ser suprapolítica, indiferente de quien gobierne, como ha pasado en Europa y como pasó aquí en cierto momento, que no incidieron en la conservación del bloque”, apunta.

Carpio coincide y dice que deberá empezar con bases más sólidas, enfocadas en lo comercial, aunque destaca que tanto la Comunidad Andina de Naciones como el Mercosur ya han trabajado en estos temas.

En tanto, en la misiva los firmantes destacaron que su pedido va más allá de “una reconstitución puramente nostálgica”, y que la nueva Unasur debe hacerse cargo autocríticamente de las “deficiencias del proceso anterior” y “garantizar el pluralismo y su proyección más allá de las afinidades ideológicas y políticas de los Gobiernos de turno”, e “incorporar nuevos actores que complementen el esfuerzo de los Gobiernos y de los Parlamentos”. Plantearon también establecer “una agenda de temas prioritarios” y una “futura integración monetaria”. (I)