Una historia de niñas cambiadas al nacer, por error hace seis años, tuvo su desenlace: ambas están con sus respectivas familias biológicas.
Hoy, con su hija en brazos, José Gregorio Hernández dice adiós a días de incertidumbre, miedos y pruebas genéticas, claves para aclarar qué pasó el día que las infantes nacieron.
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Gracias a él esta situación se aclaró, aunque queda un sabor agridulce en una de las madres de este caso que acapara la atención de Colombia.
Todo empezó el 21 de marzo de 2016, reseña Infobae, cuando José Gregorio Hernández y Norelis Patricia Truyol tuvieron a su hija en un hospital en Barranquilla, en la costa colombiana.
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Según RCN Radio, para el momento en el que Norelis dio a luz a su hija, José Gregorio Hernández no llegó. “La mujer, sin ninguna novedad en el parto, se fue con su bebé a la casa”.
“No es mi hija”
Los dos primeros años de la niña trascurrieron sin problemas. La familia vivía tranquila con sus 4 hijas.
Dos años después, “empezaron a notar algunas diferencias en el rostro que eran más que inquietantes, especialmente el hecho de que la piel de la pequeña era mucho más blanca y las facciones de su rostro no encajaban con el de sus otras tres hijas”.
El color de piel le llamaba la atención a Hernández, pues a él todos lo llaman “El Negro”.
La incertidumbre se apoderó de Hernández, quien dudó de su mujer.
Llegó a pensar que la niña era producto de una infidelidad de Norelis
Para buscar respuestas, un día salió con la niña y dijo que le compraría calzado. El objetivo de la salida era otro... mintió.
José Gregorio Hernández llevó a escondidas a la niña a Barranquilla y le practicó una prueba de ADN.
El resultado era el que más temía: no era su hija biológica.
Con el resultado preguntó a Norelis, “quien se mantuvo firme en su fidelidad”, exponen los medios.
El hombre quería la verdad y sometió a la madre a una prueba de ADN. Ese resultado fue definitivo para ir por la verdad.
Preguntas en el hospital
José Gregorio Hernández no se cruzó de brazos y resolvió acudir al centro de salurd donde nació la pequeña. El caso saltó a los medios en septiembre de 2020, dijo Univisión.
Con las dos pruebas en mano envió un derecho de petición al Hospital Niño Jesús para solicitar la información de todos los partos ocurridos ese 21 de marzo.
En respuesta recibió “el listado de los nacimientos ocurridos tanto de forma natural como por cesárea no solo ese día, sino también entre el 22 y el 26 de marzo en el centro médico barranquillero, explica la prensa colombiana.
Leyó todo, dato por dato. Y, según RCN Radio, dio con un nombre: “Ana C.C., una mujer que había tenido también a una niña con solo 20 minutos de diferencia con Norelis”.
La verdad estaba más cerca de lo que pensó. Tras un rastreo en redes la ubicó en Facebook y con solo mirar la foto dio por sentado el error que lo empujó a esta incertidumbre.
Dijo a la prensa que esa mujer, en su foto de Facebook, aparecía cargando una niña y esta para José Gregorio era su hija. No tuvo dudas.
La segunda reacción fue escribirle a Ana, quien creyó que era broma. Sin embargo, al intercambiar imágenes de la niña que José Gregorio tenía en su casa la asaltó la duda y no dudaron en verse.
Las dos familias de esta historia viven en Chimichagua, departamento de Cesar, y Palmar de Varela, en el departamento de Atlántico. Ambas poblaciones están retiradas de Barranquilla.
Las niñas con sus familias biológicas
Desde Infobae reseñan que este caso “tuvo un cierre la mañana del 28 de febrero de 2023: tras una orden judicial, expedida por una comisaría de familia, las niñas fueron ubicadas con sus familias biológicas, muy a pesar de la dolorosa despedida”.
El llanto fue inevitable. Y cómo no después de seis largos años.
Una de las niñas “se fue en un bus desde Palmar de Varela hacia Chimichagua, mientras que la otra quedó en los brazos de José Gregorio, quien ya está en diligencias para ubicarla en un colegio”.
Ese martes, según Blu Radio, vistieron a ambas con el mismo atuendo: blusa verde fluorescente y faldas de estampados rosas, como para guardar un recuerdo de las niñas a las que el destino las puso a compartir familias.
No todo fue felicidad con este reencuentro. Las infantes, Saray y Salomé, quedaron llorando, describen. Algunos parientes piden para ambas apoyo psicológico, reseñó Blu Radio.
Ademas, apuntan los medios: “La peor parte de la historia la lleva Norelis Truyol, madre biológica de la niña. Deberá acordar con José Gregorio y establecer los días en los que cada uno podrá compartir con la menor”.
José Gregorio también llora, de felicidad por tener a su princesa y de recordar a la otra. Contó a Univisión su más grande deseo: que las niñas se vean también como hermanas. (I)
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