Ivana, de 24 años, llevaba 12 horas seguidas trabajando desde su hogar. “‘¿Qué son dos, tres, cuatro horas más’”, recuerda haber pensado. No tenía que ir a ningún lado: ya estaba en su casa igualmente.

Esta falta de límites le pasó factura: sufría de migrañas constantes, se olvidaba de comer y necesitaba tomar pastillas para poder dormir. Aún así soñaba con su trabajo. “Mi vida era solamente eso”, expresa.

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Ella todavía teletrabaja, pero ahora es más estricta con sus horarios y con sus métodos de desconexión laboral.

Teletrabajar, sin embargo, le permite ahorrar dinero que gastaría en transporte y en ropa y maquillaje para ir a la oficina. Además se siente más segura al no tener que salir de su casa para trabajar, pues le preocupa la inseguridad que vive el país.

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Sofía, de 25 años, comparte la misma preocupación. Ella ahora teletrabaja. Su anterior ocupación la obligaba a ir diariamente al centro de Guayaquil con su computadora.

Se gastaba una fracción considerable de su sueldo en movilización. El ambiente de una oficina, además, no le sentaba bien. Se sentía “encasillada”.

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Los casos de Ivana y Sofía son dos de los de 86.192 contratos de teletrabajo vigentes en el país, según datos del Ministerio de Trabajo con corte a julio de 2023. De los contratos vigentes, 45.292 pertenecen a mujeres y 40.900 son de hombres.

Las tres provincias con más contratos de teletrabajo son Pichincha con 44.380, Guayas con 26.297 y Azuay con 3.536.

El aislamiento social que sufrió Ivana como resultado del teletrabajo es algo que puede evitarse, según la psicóloga organizacional Sofía Carrillo.

Antes de implementar regímenes de teletrabajo completos o híbridos, una empresa debe realizar un estudio previo que tome en cuenta “el mercado laboral en el que se desenvuelve la organización y analizar el clima laboral de la empresa”.

Carrillo también apunta que tanto colaboradores como jefes deben tener en cuenta el bienestar laboral y mental de los trabajadores. Recomienda tener un espacio separado del dormitorio para teletrabajar, pues el cuarto debería ser un espacio que idealmente “invite a la persona a que se desconecte y que descanse lo necesario”.

Las compañías deben entender, además, que la “cultura organizacional” se fomenta mediante el contacto presencial. Por lo tanto, Carrillo aconseja que los trabajadores realicen sus labores en la oficina mínimo uno o dos días cada semana.

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Los regímenes híbridos también son una solución popular. La compañía de tecnología comunicacional digital estadounidense Cisco encuestó a 28.025 trabajadores en 27 países sobre el modelo de trabajo híbrido.

Encontraron que el 70,3 % de encuestados de la generación Z (nacidos entre 1997 y el 2010) reportaron producir trabajo de mejor calidad al estar menos tiempo en modo presencial.

Además, el 63,4 % dijeron ser más productivos desde que cambiaron a trabajo híbrido.

En contraste, los de la generación baby boomer, nacidos entre 1948 y 1964, reportaron estar menos satisfechos. Solo el 39,4 % notaron una mejoría en sus actitudes respecto al trabajo y en relaciones con sus compañeros laborales.

También respondieron sentirse menos productivos y menos satisfechos con la calidad de su trabajo producido que sus contrapartes más jóvenes.

Según Carrillo, esta brecha generacional se manifiesta y potencia cuando los baby boomers están en posiciones de poder en el ámbito laboral. Tienden a pensar, continúa, que los colaboradores que están físicamente en la oficina son más productivos que el resto.

Su mentalidad se orienta a que los colaboradores son productivos si están haciendo su trabajo en las cuatro paredes de la oficina durante ocho horas, durante las cuales pueden ver y controlar, pensando que eso es garantía de que se produzca.

La modalidad de teletrabajo en Ecuador

El estudio también intentó medir el efecto del teletrabajo híbrido en el balance que hacen los colaborades entre su vida personal y el trabajo. De los que no reportaron una mejoría en su habilidad de equilibrar estos aspectos de su vida, el 70,9 % indicaron que se debía a que no podían desconectarse del trabajo, como en el caso de Ivana.

Las compañías latinoamericanas cada vez ofrecen más beneficios para teletrabajadores. Según una encuesta realizada en 2022 por la compañía estratega de negocios Marsh McLennan a 596 empresas de 14 países latinoamericanos, incluyendo Ecuador, el 48 % ofrecieron sillas, el 42 % planes de telefonía celular, y el 34 % dieron bonos de alimentación.

De un subgrupo de 451 empresas, el 55 % reportaron aplicar modalidad detrabajo remoto de 1 a dos veces por semana.

María Fernanda Zambrano, gerenta de talento y cultura del Banco Guayaquil, indica que el 27 % de sus colaboradores trabajan en modalidad flexible (híbrida) y 6 % en teletrabajo. El banco les provee suministros como equipos de computación, sillas y escritorios.

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Esta flexibilidad, según Zambrano, es parte del “salario emocional” que ofrecen a sus colaboradores, y es un aspecto muy popular entre los trabajadores de la institución según encuestas internas del banco.

También dan un banco de horas adicionales a las contempladas para las vacaciones para que sus empleados puedan atender asuntos personales.

Zambrano añade que el 100 % de sus colaboradores han podido reintegrarse al trabajo tras ausentarse debido a permisos de maternidad y paternidad.

“Esto nos permite un mejor balance entre el trabajo y nuestras actividades como estudios, deporte y asuntos familiares. Este equilibrio nos hace más productivos al llevarnos a organizar mejor nuestro tiempo”, expresa Camila Paz, oficial sénior de mercadeo de Banco Guayaquil. (I)