Silenciosa, insidiosa y muchas veces irreversible. Así es la enfermedad renal crónica (ERC), una afección que afecta a miles de personas en Ecuador sin que la mayoría lo sepa. Pero el daño no siempre empieza en el hospital: a menudo comienza en la mesa, en la lonchera, en la alacena de las cocinas, en el cajón de snacks de la oficina o en el vaso que llenamos de cola (gaseosa) a diario.