El gasto turístico en el último feriado nacional del 10 de agosto (que fue del 12 al 14 de agosto) ascendió a 49,6 millones de dólares con un total de 946.000 viajes realizados, según las cifras del Ministerio de Turismo.

Si bien se superó lo registrado en los mismos asuetos del 2020 y 2021, aún no se llega a lo gastado en el 2019, que fue 55,6 millones de dólares con menos viajes realizados (925.000).

Los 21 pueblos mágicos de Ecuador son evaluados y podrían perder la categoría

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Hay una disminución del gasto en viajes, tras el paro de junio pasado. La evidencia muestra que más personas decidieron salir, pero se midieron en sus gastos.

Es una realidad que se observa en los restaurantes, que son parte de la industria del turismo.

Cada uno de los 21 pueblos mágicos designados entre septiembre del 2019 y marzo del 2021 resalta los platos locales en sus planes de promoción, como Zaruma (El Oro), San Gabriel (Carchi) y Alausí (Chimborazo), lo que evidencia la importancia que tiene la gastronomía al ser parte de la experiencia de los turistas.

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Carlos Loja, jefe de la Unidad de Turismo y Cultura de la Municipalidad de Alausí, afirma que el lugar ofrece gastronomía con locales que se ajustan a todos los bolsillos. “Tenemos una planta hotelera y restaurantera suficiente para recibir a los visitantes. Contamos con 26 establecimientos turísticos debidamente catastrados que brindan las condiciones y hay para todo nivel socioeconómico. Hay gastronomía de varias partes del mundo como originalmente fue Alausí”.

El turismo incluye una cadena de intermediarios del sector servicios, desde el chofer que traslada a los visitantes o el que alquila autos hasta el dueño del centro de alojamiento, restaurantes y bares de los lugares visitados.

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Diego Vivero, director ejecutivo de la Confederación de Restaurantes del Ecuador, asevera que la gastronomía dejó hace mucho tiempo de ser accesoria en el turismo y ahora es protagonista. “La gente viaja a diferentes destinos y lo primero que busca es sitios donde comer”.

El problema, afirma, es que hay una falta de planificación a corto, mediano y largo plazo sobre cómo queremos posicionar a la gastronomía nacional tras la pandemia.

Vivero visitó hace poco uno de los 21 pueblos mágicos certificados en el país y obtuvo una experiencia negativa. “No diré cuál fue, pero esperé hora y media por una atención terrible en un restaurante y el hotel donde estaba no tenía agua potable”, cuenta.

El programa Pueblos Mágicos debe reconocer la calidad del destino, no solo la magia del sitio, indica. “Una cosa es ser atractivo y otra un destino. Nos preocupa que este tipo de reconocimientos sean subjetivos, es decir, se limiten al hecho de un sitio o espacio bonito, pero sin infraestructura”.

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La designación es una carta de presentación, un imán para atraer visitantes que al llegar corren el riesgo de tener una disonancia cognoscitiva (cuando dos pensamientos opuestos entran en conflicto en la mente de un consumidor), manifiesta Vivero. “Es decir, llego con una expectativa inmensa porque es un pueblo mágico, pero no hay agua potable, la luz se va a cada rato, el internet no funciona bien, cuestiones que a nivel mundial ya son propias de un destino turístico”.

El ser Pueblo Mágico tiene que ser aspiracional, añade. “El sector público y privado debe trabajar en mejorar en lo que haga falta para llegar a niveles altos y ser nombrados. Luego, año tras año, verificar que se mantenga la calidad de los servicios y mejoren continuamente sus prácticas”.

En el caso de la gastronomía hay que dejar de imitar las propuestas de otros países y encontrar un factor diferenciador, propone el dirigente gremial. “Todo debe centrarse en nuestra ubicación geográfica, el factor climático permite tener productos frescos los 365 días del año en los que hay una oferta gastronómica inmensa y mundial, no solamente de platos locales. Hemos planteado ponernos de acuerdo en esto. Es una cadena de valor que viene desde los agricultores, los empresarios restauranteros, los chefs, saloneros. Lamentablemente, aún no se dan pasos certeros”.

Otra recomendación es participar en los concursos y en los procesos de certificaciones mundiales que evalúan, con el fin de revalorizar la gastronomía local.

Ecuador iba a ser sede en 2020 de la gala Latin America’s 50 Best Restaurants, en la que se iba a premiar a los 50 mejores restaurantes de América Latina. Sin embargo, por la pandemia no se hizo y se pospuso para noviembre de este año.

Finalmente, no se consolidó la idea del país como anfitrión de este evento, que costaba 500.000 dólares. La premiación se hará en México. ”Si potenciamos la gastronomía tendremos más gente en los hoteles, más operaciones en las agencias de viajes, la gente no viene a un sitio solo a dormir, viene en busca de experiencias y la gastronomía es una de ellas”, sostiene Vivero.

El estado de ánimo de la ciudadanía influye en el servicio y consumo de los restaurantes. La pandemia con el mensaje de quédate en casa y ahora la inseguridad provocan una inestabilidad en los niveles de ingresos de los locales que ofrecen comidas.

“Cuando sigue la tendencia de miedo, de no salir, evidentemente lo que se logra es un retroceso en el consumo. El paro nacional de junio generó que nos quedemos sin productos y las ventas bajaron. Vivimos en una constante montaña rusa, unas semanas nos va bastante bien, en otras baja. Hemos estado resistiendo, pero tuvimos que entrar en deudas y préstamos y ahora lo único que pedimos son líneas de crédito y la aceleración de la flexibilidad laboral”, agrega. (I)