Un estudio reciente realizado en la Reserva Ecológica Arenillas (REAR), ubicada en la provincia de El Oro, ha documentado la presencia de 47 especies de hongos, un hallazgo relevante pero que representa apenas el 1,37 % de la diversidad fúngica potencialmente estimada para esta zona del suroeste ecuatoriano.

El resultado revela una profunda brecha de conocimiento científico sobre este grupo de organismos y una amenaza inminente: muchas especies podrían extinguirse antes de ser descubiertas o estudiadas por la ciencia.

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La investigación fue desarrollada por un equipo multidisciplinario de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), en colaboración con el Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (Maate) y el Instituto Nacional de Biodiversidad (Inabio).

El objetivo principal fue realizar un inventario preliminar de la funga (conjunto de hongos) en dos ecosistemas representativos dentro de la REAR: el bosque seco tropical y el salitral, ambos considerados altamente sensibles y escasamente documentados.

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En total, se recolectaron 162 especímenes, de los cuales se identificaron 47 especies distribuidas en 34 géneros taxonómicos.

El bosque seco presentó una mayor riqueza, con 37 especies, frente a 29 registradas en el salitral; una diferencia que, según el equipo investigador, fue estadísticamente significativa. Algunas especies, como Cerrena hydnoides y Pycnoporus sanguineus, se encontraron en ambos ecosistemas, creciendo sobre madera en descomposición.

Un ecosistema clave, amenazado y poco explorado

La Reserva Ecológica Arenillas protege más de 13.500 hectáreas de bosque seco tropical, uno de los ecosistemas más amenazados y menos representados en el sistema nacional de áreas protegidas.

Alberga una biodiversidad única, adaptada a condiciones áridas, que está siendo afectada por la fragmentación del hábitat, impulsada por actividades humanas como la expansión agrícola, la camaronicultura, la ganadería ilegal y los impactos del cambio climático.

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Estas presiones representan una amenaza directa para especies fúngicas que dependen de condiciones específicas, como la presencia de madera en descomposición.

Si la degradación del hábitat persiste, el 98,63 % restante de las especies potenciales podrían desaparecer antes de ser descritas por la ciencia. Esto representa una pérdida no solo ecológica, sino también del potencial biotecnológico que muchos hongos poseen.

Arquitectos invisibles y soluciones naturales

Los hongos desempeñan funciones ecológicas clave: descomponen materia orgánica, reciclan nutrientes, forman asociaciones simbióticas con las raíces de las plantas (micorrizas) y participan activamente en el mantenimiento del equilibrio de los ecosistemas.

Además, ciertas especies tienen el potencial de ser utilizadas en micorremediación, lo que ayuda a recuperar suelos contaminados o degradados y refuerza su valor científico y tecnológico.

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“Los hongos no deben entenderse como simples descomponedores o patógenos. Son verdaderos arquitectos invisibles de los ecosistemas, con un papel clave en las redes ecológicas subterráneas y el funcionamiento de los sistemas naturales”, explica Darío Cruz, director de la carrera de Biología de la UTPL.

El estudio concluye con un llamado a reforzar las acciones de conservación a través de mayor protección del hábitat frente a actividades ilegales, monitoreo sistemático de la diversidad fúngica usando técnicas tradicionales y moleculares y estudios comparativos con otros bosques secos de la región para dimensionar el valor único de la REAR como refugio de biodiversidad micológica. Estas acciones son fundamentales para evitar la pérdida silenciosa de un componente esencial y aún desconocido de la naturaleza ecuatoriana. (I)

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