El movimiento de la Revolución Ciudadana (RC) no logró convencer a más personas con las soluciones que plantearon para resolver las problemáticas que aquejan al país, según los resultados de las elecciones presidenciales anticipadas que le dieron el triunfo a Daniel Noboa, de la Alianza Democrática Nacional (ADN), por encima de Luisa González, que era la carta del correísmo.

Sin embargo, aquello no significa que sean una organización política que está en declive.

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Si bien han perdido en dos segundas vueltas de las elecciones presidenciales, la de abril del 2021 y la de octubre del 2023, este resultado no implica que la RC haya sido sepultada o no tenga relevancia en el quehacer político nacional, coinciden politólogos.

Al contrario, son la principal bancada en la próxima Asamblea Nacional con 52 de 137 legisladores, igualmente obtuvieron la mayor parte de alcaldías y prefecturas en las elecciones seccionales de febrero pasado. “En esto último el triunfo fue con su techo normal del 31 % (voto duro del correísmo). Ante estos resultados, descartarlos del juego político es muy difícil”, asegura Santiago Pérez Samaniego, profesor de la Universidad Técnica Particular de Loja y analista político.

Lo que sí está claro es que la pérdida de González debería marcar un antes y un después en la forma como se muestran ante el electorado, debido a que son dos derrotas consecutivas en el plano de elecciones presidenciales.

“La estrategia que utilizaron en un principio no resultó como ellos esperaron. Esa discusión entre correísmo y anticorreísmo les afectó, al igual que el surgimiento de esta nueva figura política (refiriéndose al presidente electo, Noboa) de cierta manera desmarcada de la tradicionalidad de los partidos”, indica Pérez.

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La excandidata presidencial de la RC, Luisa González, junto con su compañero de fórmula, Andrés Arauz, cuando el 15 de octubre aceptaban su derrota. Atrás se observa a las prefectas del Guayas y Pichincha, Marcela Aguiñaga y Paola Pabón. Foto: Carlos Granja Medranda

Los mensajes confrontativos de la primera vuelta del correísmo, dice, como el que pregonaba venganza o que sus opositores no tendrán escapatoria si regresan al poder, finalmente calaron en el electorado.

“El resultado (de las elecciones) es una demostración de que Ecuador está cansado de la confrontación. Figuras políticas tan nocivas como la del expresidente Rafael Correa han sido el talón de Aquiles de la excandidata presidencial Luisa González”.

El asesinato el 9 de agosto último del excandidato presidencial Fernando Villavicencio, antes de la primera vuelta electoral, también les jugó en contra, afirma la analista política Andrea Endara: “No digo que son los culpables, pero una gran parte del imaginario colectivo los culpabiliza o que tuvieron algo que ver”.

El mismo Correa indicó en su cuenta de X (antes Twitter) que tuvieron que matar a un candidato para no dejarlos volver a la Presidencia de la República.

Y un segundo factor fue que la población ya no está enfrascada en el debate correísmo/anticorreísmo, sino centrada en escuchar propuestas que solucionen las problemáticas, agrega Endara: “Recién empezaron a alejarse de la figura de Correa e hicieron un llamado a la unidad y a deponer acciones en la segunda vuelta, pero no fue suficiente, no consiguieron aglutinar más apoyo”.

La debacle en votos es en las elecciones presidenciales, más aún si se compara con los resultados que obtuvieron en la década 2007-2017, como en 2013 cuando Correa ganó en primera vuelta con el 57,17 % de los votos válidos. De ahí el porcentaje bajó al 51,16 % que consiguió Lenín Moreno en la segunda vuelta de abril del 2017.

Si bien Moreno (2017-2021) ganó con el aparataje del correísmo -que en ese entonces estaba aglutinado en el denominado movimiento PAIS-, casi al inicio de su mandato se dio el resquebrajamiento con Correa, quien fue sentenciado por cohecho en abril del 2020 y con ello perdió sus derechos de participación política.

Correa y sus coidearios afirman que la sentencia responde a una persecución política.

De aquí al futuro, agrega Pérez, la opción para el correísmo sería “no centralizar la discusión en torno a un personaje tan desgastado como Correa”.

Sería seguir una hoja de ruta en la que las fuerzas políticas puedan llegar a los acuerdos en función de objetivos nacionales y no de intereses personales o partidistas, asegura Pérez: “Aquí hay un espacio para que el correísmo pueda volver a ser un protagonista positivo dentro de la toma de decisiones”.

El voto duro del correísmo casi no ha variado. González obtuvo el 33,61 % de los votos válidos en la primera vuelta de agosto pasado, mientras que Andrés Arauz consiguió el 32,72 % en febrero del 2021 bajo la representación de la RC.

En la segunda vuelta González consigue al momento el 48,17 %, Arauz alcanzó el 47,64 % en abril del 2021.

En nueve de las 24 provincias del país el porcentaje de votación del correísmo se reduce entre los últimos dos balotajes, al igual que en las tres circunscripciones del exterior.

Las cinco provincias donde más puntos porcentuales pierden entre las dos últimas segundas vueltas son Santa Elena (-6,7 %), Cañar (-5,92 %), Azuay (-2,73 %), Zamora Chinchipe (-2,52 %) y El Oro (-1,81 %).

Aunque esto no implica pérdida de votos ya que a nivel nacional, por ejemplo, González acaparó 637.920 sufragios más (con el 99,7 de las actas validadas) respecto a lo que acumuló Arauz en la segunda vuelta de abril del 2021.

Las cinco provincias, en cambio, donde acumularon un mayor porcentaje en estas elecciones presidenciales anticipadas en comparación con el que obtuvieron en abril del 2021 son: Orellana (8,4 %), Esmeraldas (6,04 %), Bolívar (5,72 %), Cotopaxi (5,59 %) y Napo (4,65 %).

Lo ideal sería que el correísmo encarne una oposición más propositiva con ideas y pensamientos y no basada en la ideología o el rencor, una crítica pero en función del desarrollo del país, coinciden los politólogos entrevistados.

Cuando Correa estaba en la papeleta obtuvieron los mayores porcentajes, pero ahora la situación se revirtió. Los dos candidatos del expresidente (Arauz y González) no han podido ganar en el balotaje. Pérez asegura que es la consecuencia de que un sentenciado por corrupción haya encabezado en la práctica estas candidaturas.

Una Revolución Ciudadana que se aleje del culto a la personalidad de liderazgos mesiánicos y populistas que se presentan como los únicos que pueden solucionar los problemas de la sociedad sería uno de los caminos para dar la sensación de renovación, indica Pérez.

“Hay un descontento popular en torno a las mismas figuras políticas, hay una crisis de partidos y de representación que se refleja en las urnas. Esa discusión entre correísmo y anticorreísmo creo que se entierra en esta elección”, añade, “entonces es tiempo también de que todo ese capital político del correísmo pueda buscar otras estrategias para proyectar sus ideales hacia los electores”. (I)