Fue hace 18 años que Carmen Perea tomó una dura decisión: abandonar Bucaramanga, en Colombia, junto a su esposo, Edward Micolta. La falta de empleo la obligó a dejar la ciudad que tanto ama.

Con dolor se separó de sus dos hijas con el objetivo de darles un mejor futuro. Al llegar a Ecuador fue directo a Durán por referencias de que era un buen sitio para iniciar.

Con 10 dólares nació la sorprendente ‘Chica Bahía’, quien es canal de compras de otros emprendedores y llega hasta Estados Unidos

“Al principio (fue) un poco difícil, porque ingresar a un país nuevo, con otras culturas, lo es. Aquí vine a ciegas, me sentía hasta rara. Pero dije: ‘tengo que avanzar’. Sé que no fue nada fácil, pero dándole gracias a Dios había personas de buen corazón y nos acogieron. Fue importante porque no nos sentimos rechazados como ocurre en otro países con los migrantes”, cuenta Carmen, de 47 años.

Publicidad

Consiguió empleo en una camaronera y con su esposo decidieron reunir dinero durante tres meses para dedicarse al comercio. Compraron unas zapatillas que las vendían en $ 1 para mujeres y luego aprendieron a crearlas para niñas viendo videos en YouTube. “No hicimos cursos, solitos nos perfeccionamos en el calzado”, menciona y agrega que vendían en las calles, a veces se iban a El Triunfo, Ventanas y a Milagro.

La máquina de coser es una de las aliadas de Carmen Perea para la creación de las sandalias. Foto Carlos Barros. Foto: El Universo

Pero, Carmen quería darles un mejor acabado. Ingresó al Comité Permanente para la Defensa de los Derechos Humanos (CDH) y recibió esa capacitación. Después se asoció con otra emprendedora temporalmente.

Y hasta tomó la decisión de buscar un local y al ver la Feria del Jean Pelileo Siglo XXI dijo: “este es el lugar”. Lo bautizó como Calzado Carmen. Allí vende sandalias en $ 5 y $ 10, que son confeccionadas en el patio de la casa que también alquila.

Publicidad

En ese espacio tiene dos mesas llenas de suelas y plantillas. Hay unas cuantas vitrinas con los modelos elaborados. Y por otro rincón la goma, el cuero sintético y demás líquidos. También posee una máquina de coser para realizar ajustes.

Ahora Carmen no solo se dedica a la venta de sandalias, también se aventuró a las plataformas, tacos y estilos personalizados, que oferta en $ 18, $ 20 y $ 25. Ella asegura que su producto es buscado por la calidad.

Publicidad

La intolerancia a la lactosa llevó a un italiano a crear su propio queso de cabra en Ecuador y ahora es su sustento, lo vende a tiendas y restaurantes

“Hay unos líquidos que pedimos y vienen desde Colombia para que el zapato dure más y esa es la garantía que nosotros damos porque hay personas que van al local y me dicen: ‘yo compré unas zapatillas en $ 5, pero la que le compré a usted me dura más y la otra no’. Entonces, porque es económica no debo ponerle cualquier cosa, porque esa es mi garantía y así gano clientes”, dice Carmen, a quien le faltó un año para terminar el colegio.

Hace meses, la emprendedora abrió su segundo local, también en el Durán. Entre sus hijas y su esposo se turnan para atender a la clientela. Producen al mes unos 400 a 500 pares de zapatos, cantidad que puede variar según las solicitudes.

Carmen Perea aspira tener cinco locales. Foto: Carlos Barros. Foto: El Universo

Los pedidos se concentran en sus dos locales y también llegan a través de su WhatsApp, que lo maneja Carmen y sus hijas la ayudan publicando fotos a través de la cuenta de Instagram @calzados_carmen1. Ya han realizado envíos a nivel nacional.

Pero, Carmen, además de ser dueña de un negocio, comparte su otra pasión: ayudar a los demás. Es a través de la CDH que brinda atención a los migrantes venezolanos, colombianos y haitianos. “Quiero que no sientan discriminación”, apunta.

Publicidad

En Playas se producen los galardonados vinos ecuatorianos Dos Hemisferios y se exportan a cinco países

Carmen espera con mucha ilusión los próximos meses donde incrementa la demanda y ahí contrata entre seis y siete personas. Ahora no lo hace porque la venta está decayendo. “Al menos me alcanza para sobrevivir porque sé que la economía está baja, pero el negocio es bueno”, añade.

Ella continuará con esa meta y anhela expandirse. De hecho está en busca de otro local y ha detectado un sector con mucho potencial. “Hice un estudio del mercado donde se puede ofertar otros tipos de zapatos a un valor un poco más alto por el costo de los materiales, pero aún está en análisis”, dice.

Para Carmen, este camino ha tenido complicaciones. “Al principio un poquito difícil porque por ser de otro país hay discriminación, pero yo tengo un carácter fuerte y no me he dejado. Pero, también yo lo veo como un poco fácil por el apoyo de mi esposo. Porque cuando vamos a hacer un proyecto siempre lo hablamos y discutimos, yo creo que eso ha valido bastante para avanzar”, sostiene.

‘Percibo un interés por productos naturales, es un mercado para explotar’, dice propietaria de Botania, marca que incrementa en 15 % sus ingresos cada año

Su mayor logro es tener su negocio, lo que deseaba hacer en Colombia. “Uno no es profeta en su propia tierra, ahora yo soy mi mismo jefe y me gusta estar a lado de mi familia. También, realizar mi labor social”, asegura.

Carmen espera cumplir sus tres sueños: tener una vivienda propia, llevar a cinco locales y levantar una casa de paso, “para personas migrantes que tengan un techo donde descansar, así sea unos días, donde podamos refugiar a muchos niños para que las madres puedan trabajar y no lo expongan en la calle. Es lo que más deseo”, comenta. (I)