Aide Licuy y Jefferson Narváez, jóvenes nativos de la provincia del Napo, se conocieron en 2016 y decidieron perseguir sus sueños. En 2017 acordaron vivir juntos, en marzo de 2018 fundaron el primer Hospital de Abejas sin Aguijón (HASA). “Es el primero en el mundo”, dicen satisfechos. En 2019, sin dejar de trabajar con sus abejas, empezaron a estudiar Arquitectura Sostenible en la Universidad Regional Amazónica Ikiam. Actualmente están elaborando su tesis de grado.
Con sesenta dólares en el bolsillo, en 2018, empezaron la creación del hospital. Les alcanzó para comprar dos cajas para guardar dos colmenas de abejas y otros accesorios; después, el trabajo, la dedicación, el deseo de conservación y sostenibilidad de los ecosistemas, y el amor a las abejas nativas empujaron su emprendimiento hasta convertirlo en una empresa familiar próspera.
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El entusiasmo y la alegría se reflejan en la piel cobriza de Aide y Jefferson, durante un evento de degustación de miel de sus abejas nativas en el restaurante Urko, en Quito, organizado por Canopy Bridge, una marca de la empresa social EcoDecisión, que trabaja como un enlace que ayuda a emprendimientos como HASA a traer sus productos de la selva a Quito.
“El color y el sabor dependen del tipo de flor que las abejas visiten”, dice, Jefferson en su explicación, mientras la miel se deslíe en el paladar y conmueve los sentidos de los asistentes, que están sentados alrededor de una mesa grande de madera. Los frascos de 30 y 200 ml de miel, con tonalidades que van desde el blanco agua hasta el ámbar oscuro, están acomodados en el filo de la misma mesa.
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El restaurante Urko tiene una propuesta gastronómica fundamentada en las fiestas y los ciclos agrícolas de Ecuador. Su menú cambia cada tres meses, alineado con las cuatro fiestas de los Raymis: el Kulla Raymi, el Kapak Raymi, el Pawcar Raymi y el Inti Raymi. En cada temporada se cambia totalmente el menú, se vive una experiencia nueva y nunca regresan los mismos platos a la mesa. Aquí se junta la gastronomía con la cultura para contar una historia del territorio, de la despensa y de la diversidad del país.
Tenemos diferentes productos que llegan del mar, de la selva, de la parte andina. Ahorita, por ejemplo, trabajamos con camarón, tripas, pollo de campo y cuy. Abrimos de martes a viernes, bajo reserva, solo en la noche. Disponemos de veinte puestos. Tenemos dos versiones de menú: una, de 90 dólares, que es la experiencia completa de diez platos, y una más corta de 65 dólares, explica Daniel Maldonado, chef del restaurante Urko.
Las abejas sin aguijón son especies nativas muy vulnerables y amenazadas, y más aún, ahora que con la minería están deforestando los bosques, matando y extinguiendo especies. Nosotros primero comprendimos que esas especies son únicas, que son evolucionadas con la flora nativa de nuestra zona, que las abejas que nosotros tenemos en nuestra provincia del Napo no las encontramos en ninguna parte del mundo. Son endémicas. Cada especie de abejas sin aguijón tiene una flor nativa en el ecosistema. Las abejas nativas no compiten por recursos, porque cada una tiene su flor, entonces, son muy especialistas, ellas no pueden ir a polinizar cualquier tipo de planta, pero su trabajo de polinización es un 80 por ciento más efectivo que el de las abejas comunes, explica Aide.
Concretamente, ¿qué motivó la creación del hospital de abejas sin aguijón?
La problemática de que las abejas se estaban muriendo.
¿Cómo empezaron a solucionar ese problema?
Iniciamos con dos colonias de abejas, dos cajitas y 60 dólares, dice Jefferson Narváez.
Fuimos a las comunidades con las familias que ya tenían contacto con abejas —prosigue Aide—, porque las abejas optaron por cohabitar con la gente quichua, estaban viviendo en las columnas de sus casas. A esas familias empezamos a enseñarles el manejo tecnificado para conseguir un aprovechamiento sostenible. Es necesario saber la forma adecuada de manejar esas especies, porque si cometes algún error, se mueren y la gente, equivocadamente, piensa que las abejas se van. Las abejas nativas sin aguijón son especies que viven dentro de cavidades, que necesitan calor y que no abandonan nunca su nido.
Si necesitan hacer sus nidos en cavidades, ¿por qué los hacen en las columnas de las casas?
Porque los árboles donde tenían sus colonias fueron cortados, entonces, hacen sus nidos en las columnas de las casas y, lamentablemente, muchas se mueren.
¿Cómo solucionaron la dificultad de los nidos?
Nosotros diseñamos una caja de abejas, adaptada al clima de la Amazonía, entendiendo el comportamiento y el volumen de crecimiento de cada especie.
Para estandarizar la caja nos tomó dos años, porque teníamos que comprender las dimensiones de los hábitats de nuestras abejas, porque no se pueden tomar referencias de otros países, porque sus cajas son adaptadas a sus especies, a sus ecosistemas y son diferentes a los nuestros, entonces, nosotros optamos por una caja modular que, afortunadamente, funciona superbién.
En la provincia del Napo hay 171 familias en 53 comunidades relacionadas con abejas sin aguijón, Aide y Jefferson trabajan con ellas. Consiguieron recuperar especies que estaban en mal estado y lograron reproducir cuatro especies de abejas del género melipona, que son mucho más grandes y más robustas, y pudieron sacar algunas colmenas de las zonas de amenaza y fruto de ese trabajo ofrecieron su miel para degustarla, en Quito.
¿Cuánto tiempo les tomó enseñar el manejo tecnificado a las comunidades y obtener resultados?
Nos tomó cuatro años el trabajo de preproducción y concientización ambiental en las comunidades. Hicimos el trabajo de identificación de las plantas que cada especie necesita para recolectar néctar, polen... Hicimos un vivero, juntamente con las familias, mediante mingas, germinamos plántulas para luego reforestar las chacras. Rescatamos 17 especies y están albergadas en el hospital.
Hablemos del Hospital de Abejas sin Aguijón, ¿qué es?, ¿cómo funciona?
El hospital nació porque cuando empezamos a reproducir, descubrimos que las abejas se morían, porque habían volado a las plantas donde algunos vecinos usaban agroquímicos —las abejas no tienen frontera y pueden volar unos cinco kilómetros a la redonda— entonces, se morían por los agroquímicos, por la deforestación y porque algunas familias seguían creyendo que las abejas picaban y las quemaban.
Frente a esta problemática pensamos: si los seres humanos tenemos un lugar donde curarnos, los animales también deberían tener. Y nos preguntamos: si las abejas son las polinizadoras más importantes del planeta, ¿por qué no tienen un espacio donde se puedan curar?
Entonces, llevábamos la colmena que había perdido a sus abejas, pero había sobrevivido la reina y las celdas de crianza, a nuestra casa. Cuando nacían las abejitas, nosotros donábamos un paquete de abejas obreras para que ayuden a restablecer la colmena. El remedio eran las mismas abejas. Nuestro trabajo consistía en la revisión constante y la dosificación de la alimentación. Nosotros le damos la fuerza laboral a la colmena, porque tenemos abejas adultas y ellas saben qué hacer y, además, enseñan el trabajo a las pequeñas. Ese es nuestro hospital de abejas.
¿Cómo las alimentan?
Las abejas sin aguijón no aceptan cualquier tipo de suplementos, únicamente se las alimenta con la misma miel de su propia especie. Tenemos colmenas que están apartadas para proveer la miel que necesita el hospital; son colmenas mucho más fuertes que ayudan a recuperarse a las otras que vienen débiles y una vez que se recuperan las entregamos sanas a las familias. “Se fue a curar, vino de un hospital”, decían las familias. Desde ahí nos identificamos como Hospital de Abejas sin Aguijón (HASA).
¿Qué cantidad de miel cosechan?
De manera tradicional se lo hacía una vez al año y cosechaban dos litros por colmena. Con nuestras cajas se puede cosechar tres veces al año, es decir, seis litros, es muy poquito en comparación con las abejas comunes que te dan 300 litros por cosecha. Nosotros nos encargamos de comprar la miel que producen las abejas de las familias.
¿La cantidad de miel varía por el número de abejas que tiene una colmena o las abejas sin aguijón producen menos?
La producción de las abejas nativas sin aguijón es menor, primero, porque las abejas comunes tienen 70.000 individuos por colmena, mientras que las nativas alcanzan 800; segundo, las abejas comunes vuelan a cualquier flor, en cambio, las sin aguijón van a las plantas nativas, recolectan los néctares de las plantas medicinales como el sacha ajo, plantas florales como las guabas, guayabillas, muchi y hay temporadas que vuelan a las plantas que son maderables. Entonces, tenemos sabores, colores, olores y texturas que van cambiando dependiendo de la especie, de la floración y, sobre todo, de la parte gastrointestinal que tiene cada especie, para aportar las propiedades medicinales. En comparación con las abejas comunes, la miel de las abejas nativas sin aguijón tiene mucho más potencial antioxidante, es decir, si tú te lastimas, te ayuda a cicatrizar mucho más rápido; si quieres rejuvenecer la piel y tenerla más delicada, es superefectiva; según investigaciones que hizo la Universidad Ikiam con nuestra miel, ayuda a sanar la gastritis; también se lo está aplicando en la parte gourmet por el sabor exótico.
¿En qué otros productos se usa la miel?
Aparte de la venta de miel pura, que nos ayuda en nuestra economía, queríamos darle un valor agregado a nuestro producto y viendo el potencial antioxidante optamos por la línea cosmética. Estamos trabajando con un grupo de diez mujeres que también se dedican a cuidar abejas, para que puedan mejorar su economía. La misión consiste en empezar a consumir productos naturales y promocionar y comercializar nuestros propios productos, porque en las comunidades se venden productos de Yanbal y Ésika.
Iniciamos con cuatro productos cosméticos: facial antiarrugas, jabones faciales, cremas corporales y un bálsamo labial hecho con cera de abeja nativa y propóleo. Son superefectivas porque te ayudan a hidratar profundamente, a quitar las manchas oscuras y volver al tono natural, y a tener humectados los labios. También estamos intentando entrar en la línea de Horeca (hoteles, restaurantes y cafeterías).
¿Cuántas colmenas tienen ahora?
Como hospital tenemos 200 colonias y 17 especies. Las 171 familias beneficiadas de las 54 comunidades tienen 2.000 colonias y 32 especies.
Para que el hospital sea más sostenible, ofrecemos el tour de la abeja y la miel, donde los visitantes pueden vivir la experiencia de interactuar con las 17 especies de abejas sin aguijón, degustar y comprar más de veinte sabores de miel, comprar los productos cosméticos, comprender el rol que cumplen las abejas en el ecosistema, y lo más novedoso, observar el servicio clínico veterinario especializado para abejas meliponas.
Los precios del tour varían dependiendo del grupo de visitantes. Si llegan más de diez, cuesta 5 dólares por persona; si el grupo lo conforman menos de diez, cuesta 10 dólares por cada visitante.
Producción:
¿Qué cantidad de miel producen sus abejas?
Las colmenas que están en el hospital alcanzan 50 litros de miel al año. En conjunto con todas las colmenas que cuidan las familias llegamos a los 250 litros, asegura Jefferson.
¿Cuánto cuesta el litro de miel?
Cada litro de miel cuesta entre 70 y 90 dólares, dependiente del mercado. La miel de abejas sin aguijón es más costosa que la de las abejas comunes, esto se debe a las propiedades y a la dificultad para obtenerla.
¿Dónde venden la miel?
Tenemos pequeños nichos de mercado: a Japón exportamos treinta litros anuales, a Estados Unidos, seis litros. La mayor parte la vendemos acá en Ecuador. Nos contactan y hacen pedidos por redes sociales, principalmente de Manta y Quito, el resto se vende en ferias, en presentaciones de 30 y 200 ml.
¿Cuánto dinero recaudan?
Un promedio de 12.000 dólares anuales.
¿Cuánto dinero invirtieron?
Invertimos alrededor de 50.000 dólares hasta conformar el hospital. No lo hicimos de golpe, la inversión fue poco a poco, en cajas, parantes, materiales...
El sitio es una casa readecuada, estamos trabajando para construir un nuevo espacio para centro de acopio, clínica veterinaria, análisis de la miel, análisis de la cosmética, entonces, como estamos estudiando Arquitectura Sostenible, vamos a aplicar esos conocimientos para diseñar el nuevo espacio del hospital.
¿Cómo consiguieron las primeras dos colmenas?
Las dos colonias nos eligieron a nosotros, vinieron a vivir a nuestra casa, como vivimos en una casa nativa, decidieron hacer su colonia en la columna de nuestra propia casa.
¿Cómo descubrieron que no tienen aguijón?
Desde el año 2015 empezamos a manipular colmenas de una manera no tecnificada, en 2017 lo hacíamos cubriéndonos con trapos y gafas para protegernos, pero cuando alguna llegaba al rostro, no nos hacía nada y descubrimos que no picaban, concluye Jefferson.
La lluvia que había caído —en las primeras horas de la noche— en el barrio La Floresta, en Quito, y había mojado el patio del restaurante empezaba a menguar, mientras Aide y Jefferson se apresuraban a guardar sus productos. La degustación había terminado, pero los invitados todavía daban las últimas lamidas a las paletas impregnadas de miel.