Basado en estudios recientes, cada oso andino necesita entre 5 mil y 30 mil hectáreas para vivir en el páramo. Según Armando Castellanos, investigador y presidente de la Fundación Oso Andino, los osos para aparearse, reproducirse y vivir necesitan de esa cantidad de espacio.

En el páramo cada hembra requiere entre cinco mil y siete mil hectáreas. Los machos adultos necesitan de 30 mil ha. aproximadamente. Una de las razones es porque caminan entre 5 a 7 km diariamente, pero también pueden permanecer muchos días en sus áreas de alimentación sin moverse mucho. Estos datos se obtuvieron a través del rastreo de tres hembras y un macho, los cuales portaban un collar satelital para determinar dichos movimientos, dice Castellanos.

Agrega que la investigación que está por publicarse tiene como prioridad ayudar a las autoridades ambientales y los Gobiernos Autónomos Descentralizados a crear áreas protegidas o expandir las que ya existen; pues los bosques nublados y páramos de los Andes son parte de los lugares donde habitan estos animales, los cuáles están desapareciendo o reciben mucha presión debido a la expansión agrícola, ganadera, proyectos mineros, construcción de carreteras, etc.

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El Ministerio del Ambiente del Ecuador (MAE) informó que está en revisión el llamado “Plan de Acción para la Conservación del Oso Andino en el Ecuador”, una propuesta construida por un grupo de especialistas nacionales y dicha entidad para tener un documento final que está por publicarse.

El MAE indica que entre las principales alternativas para cuidar al oso andino consta la viabilidad genética (análisis genético) a largo plazo de los osos en condiciones exsitu (fuera de su hábitat), fortalecer los mecanismos de control de tráfico ilegal, reforzar e incrementar la superficie del sistema de áreas protegidas, públicas y privadas, que alberguen poblaciones de osos andinos, entre otros puntos.

El biólogo argentino Fernando del Moral, que investiga al oso más austral de Sudamérica, considera que Ecuador tiene una población muy saludable de osos andinos que debe cuidar mediante políticas nacionales efectivas, sino probablemente el único y último representante de este grupo antiguo se habrá extinguido, dice. “El cambio climático actual con el impacto que tiene sobre las estructuras de los bosques y los páramos es otro factor en el que hay que evaluar. La sociedad civil y los pueblos son cada vez más conscientes de estos cambios y muchos gobiernos no están a la altura de las circunstancias", enfatiza.

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Manuel Ruiz-García, doctor en genética de poblaciones de la Universidad Javeriana en Colombia y miembro de la fundación Oso Andino, indica que los estudios genéticos pueden ayudar a hacer programas de conservación. Sin embargo, también recalca, que para preservar especies no únicamente se debe hacer desde la perspectiva genética o evolutiva, sino que debe de ser un abordaje multidisciplinario.

El oso andino (Tremarctos ornatus) es la única especie de oso que habita en los Andes de Sudamérica desde Venezuela hasta el noroeste de Argentina, ocupando una variedad de hábitats cuyo rango altitudinal está entre los 250 a 4.750 msnm.

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Esta especie de oso figura en la Lista Roja de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) como vulnerable. Foto: Cortesía de Armando Castellanos.

Según Castellanos, en Ecuador el oso habita en páramos, bosques montanos, templados y subtropicales entre los 800 y 4.500 msnm. Pero prefiere vivir en el bosque nublado. Esta especie de oso tiene una dieta muy variada, especialmente de origen vegetal.

Hay alrededor de 20.000 osos andinos en su rango de distribución en Sudamérica y al menos unos 5.000 osos en Ecuador, indica Castellanos.

Las plantas más consumidas en los bosques nublados, son las partes suaves de suros, planta parecida al bambú, además palmas, platanillos y frutos como higo y aguacates silvestres. En los páramos se alimenta principalmente de bromelias, plantas de la misma familia de la piña, conocida como achupallas, además de frailejones y mortiños.

La proteína animal la obtiene al ingerir lombrices, insectos, larvas, huevos, consumir carroña o cazar roedores, aves, conejos, venados, tapires de montaña u otros osos muertos; algunos ejemplares, especialmente machos, pueden atacar ganado doméstico, ocasionalmente ingresan a cultivos de maíz, bananeras y cañaverales. Esto ha causado que en ciertas comunidades existan conflictos con los pobladores, confiesa Castellanos. (I)

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