Existen tres características que las personas emocionalmente inteligentes hacen cuando hablan con otras personas, tanto en una conversación cotidiana como en una delicada o en un proceso de negociación.
Christopher Voss, exagente de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), las conoce muy bien porque durante 24 años las aplicó como negociador de secuestros con rehenes cuando trabajó en esa agencia estadounidense, refiere Trendencias.
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Entrenado por el FBI, Scotland Yard y la Facultad de Derecho de Harvard en el arte de la negociación, Voss fue el principal negociador internacional de secuestros de la oficina estadounidense hasta el 2008.
Durante 14 años fue “miembro de la Fuerza de Tarea Conjunta contra el Terrorismo en Nueva York” y fue el responsable de negociar la entrega del primer secuestrador que se rindió en el robo del Chase Manhattan Bank, refiere la página de The Black Swam Group, la empresa de consultoría que fundó y de la que es CEO.
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Tres características de las personas emocionalmente inteligentes
Los conocimientos que Chris Voss aprendió en el FBI los aplica como consultor, autor de libros y experto en inteligencia emocional.
Trendencias detalla cuáles son esas tres cosas que hacen las personas emocionalmente inteligentes cuando hablan con otros:
1. Tono de voz: el exagente del FBI tiene un nombre para esta característica y es La voz de DJ de FM nocturna. “Es una gran herramienta para tener en su conjunto de habilidades de negociación, especialmente cuando se trata de un negociador asertivo”, señala Voss en un post de su cuenta en Instagram, The FBI Negotiator.
Este tono de voz relajado, calmado, dulce, “provoca una reacción neuroquímica que calma al receptor del mensaje”, indica el medio.
2. Escuchar: es una de las normas del buen hablante y del buen oyente que pocos aplican. Voss recomienda aplicar la “escucha activa”, prestando atención únicamente a lo que dice el interlocutor y luego parafrasear lo que escucha con preguntas, para que la otra persona se sienta “escuchada y comprendida”.
La pregunta puede ayudar a ampliar la conversación y quien habla siente que estás interesado en lo que dice.
“Usa un tono suave de verdadera curiosidad”, ha señalado Voss en su red social.
3. Darle nombre a las emociones: en una conversación donde la otra persona hable de sus emociones, por ejemplo, de estrés, es bueno darle nombre o etiquetar ese sentimiento con una frase (”quizás estás en una situación estresante”), una técnica que ayuda a reafirmar lo que dice y que se sienta escuchada y comprendida.
(I)
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