Ecuador conmemorará este 10 de agosto el denominado Primer Grito de la Independencia, episodio histórico de 1809 que se dio en Quito, cuando un grupo fiel a Fernando VII –quien por entonces estaba recluido en territorio francés por decisión de Napoleón Bonaparte– destituyó al presidente de la Real Audiencia de Quito, Manuel Urriés Conde Ruiz de Castilla, e instaló una Junta Soberana de Gobierno leal al exiliado monarca español.

El emperador de los franceses había nombrado rey de España a su hermano José I Bonaparte, cuyo reinado duró de 1808 a 1813. Fue un hombre impopular en las colonias de América; estas no lo reconocían como rey legítimo. Mientras, Fernando VII vivía en una especie de cautiverio.

Juan Pío Montúfar, II marqués de Selva Alegre; Juan de Dios Morales, Juan Rodríguez de Quiroga y Juan Larrea se convirtieron en los principales dignatarios de la Junta Suprema de Quito que se instaló el 11 de agosto. Cinco días después se proclamó solemnemente todo lo actuado en la Sala Capitular del convento de San Agustín.

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La realeza reaccionó inmediatamente ante lo sucedido. Antonio Amar, virrey de Santa Fe, dispuso marchar contra Quito a 300 fusileros. Algo parecido ordenó el virrey de Lima, José Abascal. Y los gobernadores militares de Guayaquil, Cuenca y Popayán prepararon sus ejércitos para marchar hasta la ciudad que gestó el movimiento.

Esta arremetida quiteña denominada tradicionalmente como Primer Grito de Independencia no demoró ante la deslealtad y temor de algunos juntistas y dirigentes. El movimiento fracasó y Juan Pío Montúfar, II marqués de Selva Alegre, restituyó en la Presidencia de Quito a Juan José Guerrero, quien entregó el cargo al conde Ruiz de Castilla, Manuel Ruiz Urriés. Este prometió conservar la Junta y no tomar ningún tipo de represalias en contra de los quiteños.

Masacre de agosto

El conde cambió de parecer y encabezó la reacción realista que se desbocó cuando hubo el intento de poner en libertad a los líderes y complotados quiteños. Incluso hizo promulgar -por bando- la advertencia de que se aplicaría la pena de muerte a todo aquel que, conociendo el paradero de algún insurgente, no lo denunciara, detalla la Enciclopedia del Ecuador de Efrén Avilés Pino.

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El 2 de agosto de 1810 cayeron asesinados en manos de la soldadesca realista que guarnecía la ciudad Juan Salinas, Juan de Dios Morales, Manuel Rodríguez de Quiroga, Antonio y Juan Pablo Arenas, José Riofrío y otros decididos protagonistas de la proclama agostina forjada un año antes.

Parte de la masacre ocurrió en el cuartel central, ocupado por los soldados del batallón Real de Lima, que llegó de Perú a Quito para reforzar la plaza y desbaratar totalmente la organización ejecutada por los gestores del movimiento. En las calles también se vivieron momentos de angustia porque la tropa no respetó a nadie para saciar su venganza.

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Al caer la tarde, las víctimas sobrepasaban las 300,y solo gracias a la intervención del obispo José Cuero y Caicedo, quien se presentó valerosamente frente a las autoridades, se pudo detener la masacre y el vandalismo. (I)