La grasa es esencial en la alimentación, ya que fortalece o suple necesidades en diferentes partes del cuerpo.

Un consumo adecuado de grasas fortalece las defensas del cuerpo. Además, mejora la calidad de la piel, aporta energía, absorbe vitaminas y regula el metabolismo, según Medline Plus.

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Es necesario saber que las mujeres desarrollan más tejido adiposo que los hombres y que con la edad tiende a aumentar. Además, la dieta incide sobre la cantidad de tejido graso, pero no es el único factor que lo determina.

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El problema es que a menudo está más presente en la dieta de lo que debería. Nunca hay que cometer excesos y menos con las grasas, sustancias muy calóricas y cuya digestión suele ser más compleja que la de hidratos de carbono y proteínas.

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Conocer cómo el exceso de grasa predispone a enfermedades nos ha hecho olvidar que son imprescindibles, en el cuerpo y en la dieta. La clave es la mesura. Foto: YakobchukOlena

La clave radica en tomar las dosis necesarias, no en eliminarla. Para ello una buena ayuda puede ser aclarar y desmitificar afirmaciones inexactas o falsas, tal como publica Cuerpo Mente.

Mitos y verdades sobre las grasas en la alimentación

¿Cuánta grasa se debe consumir?

  • Mito: Cuanta menos grasa en la dieta, mejor. No es exactamente así. Un 30 o 35% de la energía que proporciona la dieta debe proceder de la grasa. En ningún caso una dieta con 0% de grasa es conveniente.

La grasa corporal nos da una forma más o menos estética, pero también protege las vísceras, nos aísla del exterior, mantiene nuestra temperatura corporal y, lo más importante, constituye una verdadera reserva de energía, vitaminas y hormonas.

Por otra parte, la grasa alimentaria es también un nutriente necesario e imprescindible. Una dieta equilibrada debe estar compuesta de tal manera que el 55 o 60% de su energía proceda de los hidratos de carbono, el 30 o 35%, de las grasas y el 10 o 15%, de las proteínas.

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Algunos alimentos fritos, que contienen grasas trans, pueden aumentar nuestros niveles de colesterol LDL. Foto: GETTY IMAGES

Así que una dieta sana ha de tener grasa y es importante que la tenga por muchos motivos. Uno de ellos es que las grasas hacen posible la absorción de sustancias tan importantes como las vitaminas A, D, E y K.

Lácteos desnatados o enteros: ¿Cuáles son los mejores?

  • Mito: Es mejor un lácteo desnatado porque no tiene grasa. Es una de las afirmaciones que pronuncian las personas que suelen comer lácteos. Un lácteo desnatado, efectivamente, no tiene grasa.

Pero esto no quiere decir que desde todos los puntos de vista sea mejor que un lácteo entero. Recordemos que la grasa de la leche aporta vitaminas como la A, la D, la E o la K. Por lo tanto, no se puede afirmar tan tranquilamente que un lácteo desnatado sea mejor.

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Conocer cómo el exceso de grasa predispone a enfermedades nos ha hecho olvidar que son imprescindibles. Foto: Pexels.

¿Se debe evitar los alimentos fritos?

  • Mito: Es preferible no comer fritos. Esta es otra afirmación gratuita pero muy extendida. Es cierto que freír es un sistema de cocción mucho más energético que hervir o asar, pero esto no quiere decir que deba estar prohibido o que resulte nocivo.

Sí es importante que se haga con la grasa adecuada y que el frito esté bien hecho: con aceite de oliva, sin dejar que se queme y sin mezclar aceites. Siguiendo estos consejos, un frito puede incluirse dentro de una dieta saludable.

¿Qué es más saludable la mantequilla o la margarina?

  • Mito: La margarina perjudica menos que la mantequilla. Es cierto que en principio las margarinas se elaboran con grasas sobre todo poliinsaturadas, de aceites vegetales e incluso de aceites de pescado, ambos básicamente poliinsaturados.

El problema es que estos aceites a temperatura ambiente son líquidos y que para que adquieran una consistencia más sólida y rígida, así como para evitar que se enrancien, tienen que someterse a un proceso industrial de hidrogenación parcial o total.

Conocer cómo el exceso de grasa predispone a enfermedades nos ha hecho olvidar que son imprescindibles, en el cuerpo y en la dieta. La clave es la mesura.

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