Cuando lanzamos una moneda al aire, sabemos que hay un 50 % de probabilidades de que salga cara y otro 50 % de que salga cruz. Esa es la misma sensación que tenemos ante la amenaza de sufrir algunas enfermedades, incluidas las demencias como el alzhéimer. No sabemos si nos tocará a nosotros o no, y estimamos que hay tantas probabilidades de que suceda una cosa como la otra.