Los días festivos suelen ser tomados como propicios para la convivencia y la unión familiar. Sin embargo, no siempre es así, pues muchas veces estas celebraciones pueden traer consigo un ambiente de discordia; algo que se puede prevenir planificando con antelación y estando atento a las posibles situaciones que desencadenen una discusión.
El psicoanalista y miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) Maximiliano Martínez Donaire afirma que: “Si bien es habitual que en los grupo familiares se expresen conflictos, desencuentros y diferencias, hay algunas situaciones que favorecen la manifestación de estas cuestiones, como crisis, pérdidas, fallecimientos, la interacción con familias políticas, entre otras.
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También podemos sumar, en algunas oportunidades, como contexto favorecedor de la expresión de estos conflictos, a ciertas fechas o eventos significativos”, asegura Infobae.
¿Por qué las familias se pelean en vacaciones?
La Escuela de Medicina de Harvard asegura que la temporada navideña puede convertirse en una época estresante, pues las personas deben comprar regalos y cuidar sus finanzas.
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Otro factor es que el clima suele ser más frío y los días más oscuros; también hay personas que se pueden sentir presionadas al intentar hacer un espacio entre el trabajo y el tiempo libre.
El terapeuta clínico del Hospital McLean Justin Gillis agrega: “Las vacaciones también pueden provocar recuerdos dolorosos o hacernos enfrentar realidades desafortunadas en nuestras vidas, como la falta de familia o de apoyo cercano”.
Esto trae como consecuencia que algunos se sientan emocionalmente vulnerables en las vacaciones y muchas veces esos sentimientos intensos llegan a ser muy difíciles de manejar o de expresar.
La ingesta de licor en reuniones navideñas también incrementa la posibilidad de discusiones familiares.
Planificar para evitar las peleas
Planificar puede ser de gran ayuda para evitar las discusiones o tomar las medidas necesarias en el momento en el que surgen palabras acaloradas.
El anfitrión del evento deberá informar a sus invitados con antelación a qué hora termina la reunión, también deberá ceñirse al plan, aunque todo salga como estaba planeado.
Si hay un caso de reactividad entre los invitados, se vale pedir ayuda para controlar la situación. En este punto alguien de mucha confianza deberá darle una señal al anfitrión de que una conversación está escalando. Allí puede intervenir mientras que el interlocutor toma un descanso y permitir que se termine la discusión.
También es válido que las personas programen descansos, pensar cuándo y cómo se pueden tomar descansos durante la reunión: por ejemplo, ir a otra habitación u ofrecerse como voluntario para poner la mesa o limpiar.
Si algún ser querido hace preguntas que produzcan conflictos, es bueno tener una respuesta bajo la manga para cambiar el tema y desviar la atención. Por ejemplo: “Me preocupo por ti, pero estoy empezando a sentirme triste y no quiero continuar una conversación negativa”.
(I)
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