Durante la primera fase de la pandemia, la mayoría de los países tuvo cerradas sus escuelas durante muchas semanas e incluso meses. A la breve alegría de tener el día libre en la escuela le siguieron el aislamiento social, los déficits en el aprendizaje y la frustración.

Con motivo del Día Internacional de la Educación, celebrado el 24 de enero, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) ha dado una buena noticia: a medida que la pandemia ha ido avanzando, se ha producido un cambio de estrategia en todo el mundo y, en la mayor parte de los países, las escuelas están abiertas en su mayoría, a pesar de la variante ómicron del virus y de las nuevas oleadas de infección.

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Sin embargo, los expertos en educación advierten de las consecuencias a largo plazo de los cierres y piden que se refuercen las escuelas para crisis posteriores.

“En 135 países, las escuelas están abiertas en su mayoría”, afirmó la directora general adjunta de Educación de la Unesco, Stefania Giannini, en París. La experta añadió que solo doce países mantienen sus escuelas cerradas.

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En promedio, prosiguió, las escuelas estuvieron cerradas durante 20 semanas y solo parcialmente abiertas durante otras 20 semanas. Giannini añadió que las decisiones en cuanto a la reapertura de las escuelas variaron según el continente: “En Uganda, las escuelas acaban de reabrirse tras 80 semanas de cierre”. Además, informa que también ha habido cierres prolongados en Kuwait, Bangladés y Filipinas.

Según Giannini, en Europa y Norteamérica, la media fue de 20 a 23 semanas de escuelas cerradas. Francia, por ejemplo, cerró las escuelas durante solo siete semanas, con cinco semanas más de funcionamiento limitado. En Alemania, el tiempo medio de cierre de los centros de enseñanza secundaria fue de 17 semanas en los distintos estados federados.

“La buena noticia es que los Gobiernos han decidido ahora mantener las escuelas abiertas, sea cual fuere el esfuerzo que esto requiera”, destacó la experta de la Unesco, y añadió que esto contrasta con la situación de hace un año, cuando la mayoría de las instituciones educativas estaban cerradas.

Las razones del cambio de rumbo, puntualizó, fueron las campañas de vacunación, la mejora de los planes de higiene en las escuelas y un efecto de “aprendizaje a través de la práctica”. También, señaló Giannini, se ha tomado conciencia de la importancia de la enseñanza presencial: “Hay un reconocimiento global de la escuela como espacio social y de intercambio”.

La experta acota que el cierre de escuelas tiene consecuencias a largo plazo, y que la calidad del aprendizaje se ha resentido, por ejemplo, en lo que se refiere a la capacidad de lectura y comprensión.

La presidenta de la Comisión Alemana de la Unesco, Maria Böhmer, advierte de las graves consecuencias, sobre todo para aquellos que ya estaban en situación de desventaja en el sistema educativo. “El impacto del cierre de escuelas en el aprendizaje de los jóvenes podría ser una de las consecuencias más costosas de la pandemia en todo el mundo”, asevera, y añade que cientos de millones de jóvenes ya carecen de acceso a la escolarización y que la pandemia amenaza con crear más déficits educativos.

La directora general de la Unesco, Audrey Azoulay, afirmó que es necesario crear mejores oportunidades educativas a largo plazo tras la crisis derivada del coronavirus. “Tenemos que reparar las injusticias del pasado y hacer que la transformación digital sea inclusiva y equitativa”, señaló.

En el caso de Alemania, la representante de la Unesco, Böhmer, también pidió que se ampliara la digitalización en la educación. “El aprendizaje a distancia, sin embargo, solo puede ser un sustituto imperfecto del tiempo de enseñanza perdido en el aula”, acotó. (I)