Un reciente informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés) y la comunidad científica dedicada a estudiar a los mamíferos marinos pide una cooperación urgente para salvaguardar las poblaciones de ballenas migratorias, mitigar amenazas y tomar medidas en toda la región, que incluye a Ecuador.

La recomendación se centra en crear “acciones para que los Gobiernos, la industria y las personas protejan las rutas migratorias de las ballenas a lo largo del océano Pacífico Oriental para 2030″.

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Los factores que amenazan estas rutas y la supervivencia de estos mamíferos incluyen al cambio climático, el tráfico marítimo, el ruido submarino y la actividad pesquera.

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El reporte se denomina Corredores azules del océano Pacífico Oriental, oportunidades y acciones para proteger a las ballenas migratorias y fue presentado la semana pasada.

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Las rutas de estas especies gigantes se extienden de polo a polo desde la costa pacífica de Alaska, en EE. UU. hasta Chile, pasando por Ecuador.

“Estas rutas migratorias, o corredores azules, son como superautopistas para ballenas, que cubren distancias significativas desde el estrecho de Bering, en Alaska, hasta la península Antártica, en el extremo sur del continente americano, a veces abarcando miles de kilómetros. Doce de las catorce especies de grandes ballenas utilizan el océano Pacífico Oriental como una zona central para sus migraciones”, indica un resumen del estudio.

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Foto: DIANA GONZ
Foto: Diana González

Los datos científicos utilizados para construir este mapa son un esfuerzo de colaboración de más de 50 grupos de investigación.

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Durante el siglo XX se capturó comercialmente a casi tres millones de ballenas, lo que llevó a muchas especies al borde de la extinción, indica el informe.

“En la actualidad hay significativamente menos caza comercial, lo que permite que prosperen algunas poblaciones de estos cetáceos. Pero están surgiendo nuevas amenazas que hacen que las rutas migratorias de las ballenas sean cada vez más peligrosas para navegar”, agrega.

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“Las ballenas dependen de importantes áreas oceánicas para alimentarse, aparearse, parir, amamantar a sus crías, socializar y migrar, que están siendo impactadas por múltiples actividades humanas y se encuentran bajo un estrés creciente”, dice Chris Johnson, líder mundial para la Conservación de Ballenas y Delfines en WWF. “Tenemos el conocimiento y las estrategias para conservar y proteger mejor estas áreas. Hacemos un llamado a la cooperación urgente para proteger a las ballenas en toda su área de distribución oceánica”.

A medida que evolucionan las amenazas a las ballenas, el enfoque de conservación debe hacer lo mismo. El informe identifica acciones puntuales para que los Gobiernos, la industria y las personas protejan las extensas rutas de las ballenas en el océano Pacífico Oriental para 2030. En este sentido, las redes de Áreas Marinas Protegidas o AMP, que atraviesan jurisdicciones nacionales, son clave para fortalecer sistemas interconectados orientados a proteger la vida silvestre y los ecosistemas de los que dependen para sobrevivir.

WWF plantea la conservación de al menos el 30 % del océano para 2030 con un enfoque inclusivo.

“La implementación y el diseño exitoso de AMP y OECM (Otras Medidas Efectivas de Conservación Basadas en Áreas, OECM, por sus siglas en inglés) no es posible sin la participación equitativa de los pueblos indígenas, las comunidades locales y los gobiernos locales, regionales y nacionales”, dice Yacqueline Montecinos, coordinadora de Biodiversidad Marina y Políticas Oceánicas de WWF Chile.

“Océanos saludables y las especies marinas que los habitan brindan soluciones naturales para la adaptación y la resiliencia climática, así como para la seguridad alimentaria de la región. La evidencia muestra que las ballenas juegan un papel fundamental en el mantenimiento de la salud de los océanos y el clima global. Debemos trabajar más duro para proteger nuestro océano para la naturaleza y las personas”.

Visualizar estas rutas proporciona una guía concreta para compartir acciones de conservación que protejan a las ballenas migratorias en el océano Pacífico Oriental.

El informe también describe otras acciones, incluido el trabajo para eliminar que las ballenas se enreden en artes de pesca de las ballenas, reducir la contaminación por plástico y otros materiales y desviar las rutas de navegación lejos de sus hábitats críticos, como las áreas de migración estacional. Apoyar acciones como el Tratado Mundial de la ONU para frenar la contaminación por plásticos y la Iniciativa Global contra las Redes de Pesca Fantasma son solo algunas formas de marcar la diferencia.

“Esta investigación pionera presenta enfoques innovadores para ayudar a proteger a las ballenas. Salvaguardar los corredores azules del océano Pacífico Oriental requiere una estrategia holística, que involucre a múltiples actores responsables de formular políticas en una variedad de áreas e industrias, desde la pesca hasta el transporte marítimo, incluidas organizaciones clave como la Comisión Ballenera Internacional (IWC, por sus siglas en inglés), la Organización Marítima Internacional (OMI) y la Comisión Permanente del Pacífico Sur (CPPS), por nombrar algunas”, dice Daniel Palacios del Instituto de Mamíferos Marinos de la Universidad Estatal de Oregon.

“Compilar los datos de rastreo satelital de las ballenas como punto de partida ha impulsado a los investigadores regionales, a WWF y a otros aliados a llevar las cosas al siguiente nivel, integrándolas con información sobre amenazas para proponer soluciones de políticas efectivas”, agrega.

La implementación de redes de AMP es una herramienta de conservación comprobada, diseñada para proteger la biodiversidad, promover ecosistemas marinos saludables y resilientes y proporcionar beneficios sociales. Sin embargo, hoy en día solo el 8,16 % de los océanos del mundo tienen AMP gestionadas activamente.

“La evidencia creciente muestra que nuestros océanos necesitan poblaciones de ballenas prósperas para mejorar la productividad marina y desempeñar un papel en la captura de carbono. Respaldados por ciencia robusta, también nos están revelando cómo podemos conectar redes de áreas protegidas para lograr el objetivo 30 x 30″, dice Johnson. (I)