La historia de Luca Piavani y Diana Carnonari en nuestro país empezó hace más de una década cuando decidieron partir de su natal Italia y recorrer playas hasta encontrar su paraíso. Es así como llegaron y formaron su nuevo hogar frente a las famosas olas de Montañita, en la península de Santa Elena. Luca aprendió de cocina y desde muy joven trabajó en varios restaurantes en Europa. Diana estudió arte y su inclinación va por el diseño. Esta pareja juntó sus habilidades, creatividad y trabajo para abrir el restaurante Pigro.

El año pasado por la situación de la pandemia fue para todos difícil viajar a la playa y para quienes disfrutamos de sus platos visitar el restaurante se hizo imposible, entonces Pigro creó la tienda online pigrolover.com a través de la cual se pueden realizar pedidos de la mayoría de sus pastas, pizzas y salsas. Las envían congeladas directamente a las casas. Pero eso no es todo, desde diciembre del año pasado, en sociedad con Manuel Gallardo abrieron en la zona de Puerto Santa Ana de Guayaquil un nuevo restaurante.

Este nuevo Pigro Pasta Bar queda en la parte baja del edificio Santana Lofts. Su decoración es muy parecida a la de Montañita, con un toque más citadino, pero claro manteniendo esos elementos que nos acercan y recuerdan su local playero. En las mesas, la cajita con cubiertos, los aceites y la original botella pintada, el pan lo traen en funda de papel y las paredes están pintadas con el mismo diseño. Me habría gustado que en la televisión pasaran los divertidos videos cómicos en blanco y negro, y no una pelea de box como hicieron cuando los visité.

El menú cuenta con la misma amplia variedad de platos de pasta casera y fresca que los hizo famosos en la península. Quise probar algunos de los platos que ya conocía para ver si han logrado mantener el sabor ahora que Luca no está todo el tiempo sino que los visita un par de veces por semana para controlar la cocina. La lasaña de carne ($10,50), plato sencillo pero contundente y bien elaborado. Los ravioles rellenos de ricotta y espinaca en salsa cuatro quesos ($10,34), perfectos y en su punto, aquí mi aplauso fue para la salsa, estaba como me gusta, mucho sabor a queso.

El chef tiene un gran manejo de la pasta fresca, hace ravioles de cacao rellenos de ricotta y hongos, y otro que me gusta mucho es el de tinta de calamar que lo rellena de camarón y trocitos de calamar ($13,22). Este último lo pedí con la clásica salsa putanesca, que combinó de muy buena manera la salsa de tomates con anchoas, aceitunas, cebolla y ajo, una variedad de sabores fuertes que resaltaron la pasta.

Los gnocchi de camote ($15,90) estuvieron muy bien, pero la salsa frutti di mare me quedó debiendo. Aunque de sabor excelente, y el calamar, pescado, almejas y mejillones frescos y en su punto, el camarón estaba sobrecocinado y faltó el pulpo que es parte de su receta original. (O)