El siglo XX dio sus primeros pasos bajo la amenaza de la disolución del individuo. La consolidación del capitalismo y el ascenso de la masificación de las sociedades prendieron las alarmas en algunos pensadores. Gustavo Le Bon, por ejemplo, advirtió en su célebre obra sobre la psicología de las multitudes sobre la evaporación de la subjetividad humana una vez que forma parte de una muchedumbre y como esta última parece actuar como un nuevo sujeto.