El arco es un instrumento de música y es en la cuerda donde se manifiesta su sonido. La cuerda es grande, pero la flecha la toca solo en un pequeño punto, y es en este punto donde debe concentrarse toda la sabiduría y experiencia del arquero. Si este punto se inclina un poco a la derecha, o un poco a la izquierda, si está por encima o por debajo de la línea de disparo, nunca se alcanzará el objetivo. Por lo tanto, al tensar la cuerda, sé como el músico que toca su instrumento...

Muchos arqueros se quejan de que, a pesar de haber practicado el arte del disparo durante años, aún sienten que el corazón se les dispara de ansiedad, que les tiembla la mano, que les falla la puntería.

Tienen que entender que, aunque un arco o una flecha no pueden cambiar nada, el arte del disparo hace que nuestros errores sean más evidentes.

El día que no sientas amor por la vida, tu disparo será confuso, complicado. Verás que estás sin fuerza suficiente para estirar al máximo la cuerda y que no consigues hacer que el arco se curve como debe.

Esa mañana, cuando veas que tu disparo es confuso, intenta descubrir qué provocó tal imprecisión. Ello hará que tengas que enfrentarte a un problema que te incomoda, pero que hasta entonces estaba oculto.

También sucede lo contrario: tu tiro es seguro, la cuerda suena como un instrumento musical, los pájaros cantan alrededor. Entonces te darás cuenta de que estás dando lo mejor de ti mismo.

Mientras tanto, no te dejes llevar por los tiros de la mañana, sean estos precisos o inseguros. Te quedan aún muchos días por delante, y cada flecha es una vida en sí misma. Aprovecha los malos momentos para descubrir qué te hace temblar.

Aprovecha los buenos momentos para encontrar el camino que ha de llevarte a la paz interior.

Pero que ni temor ni alegría te detengan: el camino del arco es un camino sin fin. (O)

Tomado de ‘El camino del arco’ (2008).