Un viejo adagio dice que los amigos son los hermanos que uno escoge, y todos podemos decir que tenemos por lo menos uno que merece dicha analogía. Pero, asimismo, muchos de nosotros podemos decir que hemos tenido algún amigo cuyo trato o actitud hacia nosotros dejó mucho que desear y nos quedó un sabor amargo una vez que decidimos alejarnos. ¿Cómo podríamos evitar este desenlace? ¿Existe alguna manera de advertir cuando una relación de amistad, en vez de convertirse en fraternal, comienza a convertirse en tóxica?
Existen señales tempranas que podemos detectar, como cuando el amigo comienza a “apoderarse” de la relación, la manipula a su conveniencia e irrespeta los límites (da por descontado que usted lo va a permitir).
Puede que cuando usted necesite su apoyo no esté disponible, haga burla de usted o de alguna debilidad suya en público, o divulgue secretos que usted le ha confiado.
También puede manifestarse en el intento de aislarlo de sus otros amigos, muchas veces utilizando el chantaje emocional de hacerlo sentir responsable o culpable de agravios o deslealtades presuntamente sufridas por él.
Uno puede darse cuenta desde temprano de que el intercambio no es equilibrado: usted da más, espontáneamente (porque así es la amistad), pero al final del día se siente estresado, frustrado, con menos en las manos de lo que tenía al comenzarlo. Y esto sucede la mayoría de las veces.
No existe una causa clara y precisa sobre la génesis de esta actitud, pero se estima que es uno de los resultados de una niñez en la que hubo trauma o adversidades que no fueron resueltos en su momento y dejaron cicatrices o vacíos emocionales en la psiquis de la persona contaminada. Puede ser que alguien con estas limitaciones internalice equivocadamente la dinámica de la relación (por ejemplo, envidiar los triunfos del amigo e interpretarlos como una humillación a su ego, buscando retaliación, atacándolo en áreas que el otro no protege).
Es muy probable que el amigo tóxico no se dé cuenta de su conducta, ya que sus raíces son inconscientes. El amigo agraviado puede, luego de explicarle la realidad, sugerirle trabajar en la reestructuración de la relación, en el mejor de los casos con asesoría profesional, o comenzar a alejarse paulatinamente. (O)