Un viejo adagio dice que los amigos son los hermanos que uno escoge, y todos podemos decir que tenemos por lo menos uno que merece dicha analogía. Pero, asimismo, muchos de nosotros podemos decir que hemos tenido algún amigo cuyo trato o actitud hacia nosotros dejó mucho que desear y nos quedó un sabor amargo una vez que decidimos alejarnos. ¿Cómo podríamos evitar este desenlace? ¿Existe alguna manera de advertir cuando una relación de amistad, en vez de convertirse en fraternal, comienza a convertirse en tóxica?