Por Sergio Cedeño Amador*

El amorfino es el verso y la canción del montuvio de la Costa del Ecuador, pero hay pocos “amorfineros” como Alfredo Goya, de Palestina, a quien los amorfinos le “brotan” como catarata y a 10 por minuto sin repetir ninguno, es decir, “habla en amorfino” que es lo que hace un “amorfinero repentista” y por eso hace años que se ganó el título de el Rey del amorfino.

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“Cuando canto un amorfino

no lo hago por afición

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lo canto porque soy montuvio

y lo llevo en mi corazón”.

Hace años cuando lo buscaba en el pueblo de Palestina para conocerlo y “ganar su amistá” ,pregunté por él en el parque del pueblo, donde todo se sabe y me dijo un viejo: “Don Alfredo está en el cementerio” y con gran pena le dije : “¿Y cuándo murió?” , y el viejo me dice: “No ha muerto, él es el administrador del cementerio!!!”. ¡Qué alivio sentí!!

Lo busqué allí y allí comenzó la “amistá” cuando en ese momento comenzó a versear y un obrero que cavaba una tumba le pregunta: don Alfredo, ¿qué medida le doy al “hueco”? y él le dice: “2 por 1 por 1″ y ante mi cara de sorpresa me dice: 2 metros de largo, 1 de ancho y solo 1 metro de hondo, porque aquí la tierra es durisisísima y mejor que los muertos queden encimita nomás”.

Desde la pandemia no lo veía y su teléfono no contestaba, por lo que pensé nuevamente que había fallecido, pero un amigo me dijo: “don Goya vive” y anteayer tuve la suerte de verlo de nuevo y de gozar oyéndolo “hablar en amorfino”.

Me contó que cumple 76 años en octubre, por lo que ya se jubila pronto del “cementerio de Palestina” y que me va a invitar a la gran fiesta de despedida en el mismo cementerio con “banda de pueblo y amorfinos pa los muertos”.

Don Goya es un orgulloso montuvio y me cuenta que ese arte del amorfino lo heredó de su madre que era una montuvia legítima de los “laos de Guare de Baba” y que “verseaba” el día entero; que ha tenido 23 hijos en 5 mujeres, pero cree que la actual es la última ya que es jovencita y no hay tiempo para más.

Al decirle que es peligroso tener mujer tan jovencita me responde con un amorfino:

“Ya no me importa ni eso

si el “seco e pato” que me estoy comiendo

ya no le queda ni el hueso”.

Y aunque los montes y potreros de la zona están inundados , las culebras andan alborotadas y los peligros acechan por doquier, no hay como mejorar la salud mental oyendo a Alfredo Goya Guerrero, el Rey del amorfino.

* Miembro de la Academia de Historia del Ecuador