Cuando un grupo como Santa Priscila, el mayor productor de camarón del país, entra en la industria de la restauración, hay que prestar atención. Sobre todo si este es el primero de un ambicioso proyecto que bien podría terminar allende fronteras.
Ubicado en Moderna Plaza, en el km 2,5 de la av. Samborondón, evoca una marisquería con cierto nivel de sofisticación, con una barra vista en la que se puede observar el trajinar de los cocineros preparando o terminando ciertos platos. Su chef, Federico Trujillo, tiene amplia experiencia en este tipo de cocina. Imposible que parte de su carta no sea de autor. Es un profesional con recursos que buscará siempre introducir, aunque sea en recetas clásicas, su toque innovador.
Fuimos tres personas y pedimos al chef que seleccione por nosotros los platos. Y comenzamos. El primero fue probablemente la estrella del almuerzo. Un chowder de mariscos, calamares, camarones y pulpo, cocinados primero en un sofrito. Chowder es una sopa cremosa de mariscos, con su fondo, que tuvo su origen en los puertos franceses. El chef la había tratado con leche de coco. Un acierto. Exquisita.
Luego, una tortilla crocante de maíz, de pulpo al olivo, con una base de pasta de aguacate, hojas del huerto y tres salsas, chamoi, tamarindo y pico de gallo. Buen entremés.
Posteriormente nos trajeron un Máncora roll. Excelentes texturas. Vale la pena probarlo. De atún con wasabi, pepino, con el que le da gran frescura, aguacate y queso crema, bañado en una buena salsa de ají amarillo, con pepas de granada.
Pasamos a una ensalada de kani kama, dispuesta en una torre, con tobiko, amalgamada con arroz tempurizado y salsa de anguila. Este producto solo lo disfruto como componente de una ensalada, no como su producto principal. Su mezcla con arroz es muy común, basta ver la popularidad de la mal llamada torta de sushi, que me parece terrible. Sin embargo, esta creación, con el arroz muy delicadamente tempurizado, la disfrutamos.
Los baos son excelentes. Comimos el de camarón en salsa chipotle cremosa. El pan de bao, perfecto, y la textura lograda en el camarón, probablemente con aceite, recubierto en la salsa y semillas de ajonjolí, estupenda.
Luego, una rareza tremendamente bien lograda. Una smash burger de pulpo. Muy crocante. He probado muchas hamburguesas de mariscos, y esta es la primera que disfruto, al punto, que un comensal desprevenido podría no darse cuenta que la carne es de pulpo.
Finalmente, los postres. Recomiendo el affogatto de chocolate.
No fue una comida barata. El costo por persona fue de $ 85, con un aperitivo, un bajativo, y una botella de vino de $ 35 para tres. Ahora bien, la comida fue opípara. Una cena normal, con una copa de vino, estará cercana a los $ 50 por persona.
Mi único pedido para un restaurante con este nivel de cocina y precios es darles a sus comensales servilletas de tela, no de papel. Puerto Priscila, recomendado. (O)