Varias veces en el pasado hemos comparado los precios de Ecuador frente a otros países, ya sea de restaurantes, licores o productos alimenticios. Las cifras, puras y duras, no ameritan mucha explicación. Son lo que son. Observándolas, es fácil colegir que el poder de compra del ciudadano común se ha reducido en los últimos veinte años de forma constante. Ecuador se ha convertido en un país sumamente caro, de tal suerte que es más barato hacer supermercado en Miami, Houston o Milwaukee, que en Guayaquil, lo cual podría frustrar aún más cuando se considera que el ingreso per cápita en las ciudades antes mencionadas es al menos diez veces mayor que el nuestro.