La marca cobra vida por ser Mercedes el nombre de la hija de su distribuidor más importante, quien jugó un rol vital para su desarrollo desde sus inicios, haciéndola famosa en toda Europa y Estados Unidos, marca que resulta de la combinación de este nombre con el de Karl Benz, piedra angular en la historia de la empresa, siendo el primer hombre en crear el motor a combustión.

Así, la marca está llena de historia, patentes e innovaciones, marcando el camino en el desarrollo del auto, como lo concebimos hoy, trayéndonos en Quito otra novedad, esta vez gastronómica, no automotriz. De la mano de empresarios locales funda el primer restaurante de alta cocina Mercedes Benz Gourmet Experience. Este ofrece cada mes un cocinero con estrella Michelin, el más alto reconocimiento privado que un chef puede lograr, y poner en la mesa un menú de degustación.

Este mes la cocina está a cargo de Iñaki Bretal, de Pontevedra, Galicia. Su restaurante Eirado tiene una estrella, especializado en productos del mar. El menú de cinco tiempos tiene un coste de $ 65 sin maridaje, y bien los vale.

Su primer curso: trilogía del mar. Ostra con aguachile y esferas de albariño, salpicón de marisco con mayonesa de aguacate sobre una canasta de verde, y tartar de atún rojo, kimchi de pimentón y hortalizas encurtidas sobre una tapa de lima. La ostra fue la estrella del plato. El vino albariño esferificado estalla en boca mezclándose con un ligero sabor picante del aguachile, sin cubrir el sabor marino la ostra. El tartar sobre la tapa limón, el cual recomiendo morder, le da un gran cambio al plato.

Segundo, un buñuelo explosivo de bacalao de Galápagos con salsa verde a base de perejil, coronado con bacalao seco y mantequilla. El trabajo del pescado, muy técnico, con cambio de texturas. Por cierto, Galápagos no tiene bacalao. Su denominación es un error. Su sabor no es similar al bacalao verdadero del Cantábrico, su textura tampoco, y no son de la misma familia. El así llamado bacalao de Galápagos es un animal de la familia de la cherna.

Luego, langostino. Uno cocido, otro curado en frío con sal y azúcar, crudo, flan de sus cabezas y escabeche cítrico. El langostino crudo, genial. Delicadísimo.

Creación del restaurante Eirado. Foto: Gourman Gourman

Después, una langosta, huevos y patatas hecha espuma. En realidad, la espuma parte de la tortilla de patatas, a la que casi se desuera para crear la espuma.

En el robalo con puerros, almendras y aire o espuma de espinas nos impresionó con este último ingrediente. El aprovechamiento de todo el animal de una manera tan sutil solo lo habíamos visto en Chamuico y su espina tostada de pescado.

Finalmente, pulpo a la brasa, patatas dulces y rocas de pimentón con crema de ajo.

El postre: homenaje a Ecuador, chocolate y café. Suena simple. Fue un placer. Bizcochuelo sumergido en café expreso y leche, especias, con un helado de chocolate. Mercedes Benz, gran experiencia al volante y en la mesa. (E)