Lord Macaulay, político, poeta y hombre de luces de la Inglaterra de los 1800, pregonaba que el deber fundamental de un gobierno no es darle de comer al pueblo, sino protegerlo mientras este se alimentaba solo. Cuenca, alejada de las fronteras y de los puertos, vive un ambiente distinto al de la mayoría de ciudades del país. Aún hay paz. Es una ciudad donde no se nota el fracaso del Gobierno, incapaz de proteger el derecho humano más básico de sus ciudadanos.