Un gastrónomo amigo me recomendó Casa Warmi. Uno de respeto, de los que saben balancear sus criterios entre la moda, la tradición y la excelencia. Ante esta recomendación, la visita era obligada. Y, en efecto, quedé gratamente impresionado. En la calle Pontevedra y Guipúzcoa, en Quito, se levanta Casa Warmi, con su terraza que parece más un solárium y unas pocas mesas en el interior, junto a la cocina, acogedora e informal. Para modelar sus expectativas, explico al lector lo que va a encontrar: cocina ecuatoriana con raíz, sin modificar el espíritu original de plato, con varias alteraciones, más que en su fondo, en su presentación y en su estructura, sin cambiar su esencia.