Su juventud y contagiosa sonrisa no reflejan la pesada carga con la que viaja a Rio Daniah Hagul: será la primera mujer libia en zambullirse en la piscina olímpica en unos Juegos desde la caída de Muamar Gadafi.

En un país donde los chicos aprenden a chutar el balón incluso antes de hablar, la natación dista de ser el deporte preferido de los libios. Y mucho menos para las mujeres del país, que añaden además el pudor de enfundarse el traje de baño en público.

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Las piscinas y los clubes de natación son casi inexistentes, y el presupuesto de la Federación exiguo en este país del norte de África desgarrado por los conflictos tras la caída de Gadafi en 2011.

"Será un honor y un privilegio para mí representar a mi país en Rio (...) y me preparo para trabajar duro", confió a la AFP Daniah, que participará en la prueba de 100 metros braza.

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Daniah, de 17 años, puede competir al máximo nivel gracias a la decisión de sus padres de irse a Malta en los años 90.

Fue es esa isla del corazón del Mediterráneo donde aprendió a nadar con cuatro años, antes de empezar a competir con 13.

Cambiar la mentalidad

"Daniah es la única nadadora que representa a Libia en competiciones internacionales y puede hacerlo porque reside fuera de Libia", explica a la AFP su padre, Bachir.

"La natación femenina es una novedad para Libia. Algunos sólo ven dificultades (...) pero debe comenzar por los padres, a ellos les corresponde cambiar la mentalidad, animar y apoyar a sus hijas. (...) Ante todo es el obstáculo cultural el que hay que suprimir", según su madre, Samira.

Aunque la prensa de Libia apenas se acuerda de Daniah, su historia y su ejemplo son ampliamente mencionados en las redes sociales por los libios, que preferirían ver el nombre de su país asociado a una medalla olímpica que a una guerra.

"No podía dejar de pensar, cuando seguía las pruebas de natación en los Juegos de Londres en 2012, en lo maravilloso que sería representar a Libia en los próximos Juegos Olímpicos", confiesa Daniah.

Sin embargo, pese a haber llamado la atención del Comité Olímpico libio, la situación bélica del país le impide recibir una financiación digna.

Sus padres, una empresa libia, y la economía colaborativa de mecenas anónimos permiten que pueda costearse los desplazamientos y gastos mínimos. (D)