El uso de algunas palabras tiene origen y explicación. El uso del calificativo “progresista” –conviene reflexionar– es arbitrario. Porque la industria se desarrolló primeramente en el Norte, a los países cuya industria se ha desarrollado se los llama países del Norte, aunque algunos de ellos están actualmente en el hemisferio Sur. Los países con industria incipiente y, en parte por esa razón, pobres son llamados países del Sur.  Los “comunes” (diputados) del Parlamento del Reino Unido que defendían costumbres y privilegios se sentaban a la derecha del dirigente del Parlamento, son conocidos como  conservadores. Los  progresistas tenían su asiento a la izquierda. Los conservadores son generalmente denostados, los progresistas ensalzados, sin tener en cuenta lo que conserven y lo nuevo que introduzcan.

El calificativo “progresista” se ha impuesto por irreflexión. Progreso es dar pasos hacia  adelante. ¿Adelante hacia qué? ¿Cuál es la realidad referente?
No encuentro otra referencia que lo humano. Observo con mayor o menor acierto que unos usan el calificativo “progresista”  para referirse a realidades como la rebeldía con causa o sin causa, la defensa de los derechos, aun los desligados de obligaciones, la promoción del cambio, el aborto, el lesbianismo, la homosexualidad, etcétera. (Es indiscutible el respeto debido a personas homosexuales; discutible, al menos, es la actitud frente a la homosexualidad). Quedan sin el calificativo de progresistas las personas que se esfuerzan en cultivar la justicia, que renuevan las estructuras sociales, para que sirvan mejor a la persona humana y a la sociedad. Personas o sociedades empeñadas en  el adelanto cultural, en la investigación científica quedan fuera  del calificativo de progresistas, como esas personas o sociedades constantes, leales, creativos, abiertos a la integración.

Siendo punto de referencia lo humano, es progresista lo que humaniza, lo que conduce a un desarrollo integral de la persona humana. Pero finalmente, ¿qué es persona humana?  Para unos, la persona humana parece ser un yo, nada más que un yo, encerrado en el hoy y el aquí; un yo que, considerándose fuente de su ser, actúa como quien tiene un fin en sí mismo; es un yo que nace y muere en sí mismo. En consecuencia, ese yo es caprichoso, es un yo que considera positivo solo lo que le conviene y mientras le convenga. Para ellos, el espíritu es solo una evolución de la materia. Parece que según ellos, la persona humana es un yo que se agota en los sentidos.

Para otros, la persona humana es un yo consciente de su identidad, con un destino que trasciende  el tiempo y el espacio; un yo con un fuego creativo interno, y al mismo tiempo consciente de su limitación, de su necesidad del diálogo de complementación en el dar y el recibir; es un yo solidario, abierto a una fuente   externa de su ser; es un yo que, aun en situación de extrema opresión, conserva alientos de libertad. Notemos: el concepto de persona humana se transmite y se asimila en la familia y en la escuela. Lo demás es consecuencia.