Una isla de desechos de aproximadamente 47 kilómetros, que flota en el mar Caribe, entre las costas de Honduras y Guatemala, motivó una tensión diplomática entre estas dos naciones la semana pasada.

Los gobiernos de los países centroamericanos convocaron de manera urgente a reuniones bilaterales que terminaron con un ultimátum por parte del presidente hondureño Juan Orlando Hernández para que su par guatemalteco, Jimmy Morales, en un plazo de cinco semanas, controle los vertidos o recurrirán a organismos y tratados internacionales para denunciar la responsabilidad jurídica del desastre ambiental.

Sin embargo, Morales acusa a Honduras de verter sus propios desperdicios al mar.

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El escándalo estalló luego de que fotografías de los desechos tomadas el pasado 16 de octubre por la británica Caroline Power, en las aguas cercanas a la isla hondureña de Roatán, se conocieran en todo el mundo a través de las redes sociales.

José Antonio Galdames, ministro de Recursos Naturales y Ambiente de Honduras, le comentó al portal de noticias internacional BBC Mundo, que la masa estaría compuesta de “plástico, desechos hospitalarios, objetos manchados de sangre, agujas, jeringas, animales y hasta cuerpos humanos”.

Aunque esto fue refutado por su homólogo guatemalteco Sydney Alexander Samuels: “Nunca he oído que haya cadáveres humanos allí. Si eso es así, habría que investigar de qué lugar llegaron. No lo había escuchado”, indicó.

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En tanto, Power en su cuenta personal de Facebook indicó que publicó las imágenes para generar conciencia ambiental, pero aseguró que ha encontrado resistencia de representantes del sector turístico. “Lamentablemente la respuesta que me ha sorprendido es la de un pequeño grupo de propietarios de tiendas de buceo e individuos en la isla Roatán preocupados de que la atención global que ha atraído nuestro actual problema de la basura podría dañar el turismo... me han criticado”, escribió.

Esta grandes “manchas de basura” no son desconocidas por la ciencia. A fines de la década de los 80, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés) detectó lo que hoy se conoce como la ‘isla de plástico’ en la zona del Pacífico norte. Esta tendría aproximadamente 1,4 millones de kilómetros cuadrados de extensión y pesaría más de 100 millones de toneladas.

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Este vertedero oceánico se caracteriza por tener concentraciones extremadamente altas de plástico suspendido y otros desechos atrapados en las corrientes del giro del Pacífico norte (formado por un vórtice de corrientes oceánicas).

A pesar de su tamaño y densidad, esta isla es difícil de observar, incluso mediante fotografías satelitales o sistemas de radares, según la NOAA.

En cambio, en septiembre de este año, la organización sin fines de lucro Algalita Marine Research Foundation, con sede en Long Beach (California, EE.UU.), informó sobre los resultados de una expedición que realizó durante los primeros seis meses de 2017 por el Pacífico sur, donde descubrió una inmensa concentración de residuos cercana a las costas de Chile y Perú.

La mancha de basura hallada tendría una extensión de un millón de kilómetros cuadrados, lo que correspondería al tamaño de México y superaría al de países como Colombia.

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Los residuos hallados tienen características diferentes a los encontrados en el norte, según Charles Moore, científico que dirigió la investigación. “En su mayor parte son pequeños pedazos de plástico, en algunos casos del tamaño de granos de arena, pero conglomerados de tal manera que parecen una sola masa”, indica.

El investigador añade que hasta el momento no se han realizado análisis de laboratorio de dichos desperdicios. Sin embargo, “basado en mi impresión visual, diría que una enorme área del Pacífico sur tiene millones de partículas de plástico por km²”, estima.

La bióloga ecuatoriana Jennifer Suárez indica que el plástico es una de las sustancia más contaminantes que existen actualmente. “No todas las acumulaciones que se hallan en los océanos contienen pedazos completos de plástico. Muchos se aglomeran en trozos muy pequeños y a esto se lo llama microplástico y es mucho más peligroso porque especies marinas pequeñas lo confunden con alimento”, señala.

La especialista dice que si no existen sistemas idóneos de manejo de desechos a nivel mundial el panorama será desolador. “Los plásticos tardan décadas o siglos en degradarse y a diario llegan más, entonces esas islas se harán más grandes. Ahora se calcula que tienen el tamaño de países, pero podrían llegar a ser continentes”, alerta.

Insumos
Las bolsas de plástico, fabricadas con polietileno de baja densidad tardan más de un siglo en descomponerse totalmente. En cambio, las botellas de plástico tardan en degradarse hasta 1.000 años si permanecen enterradas.

Consumo
Se estima que la producción mundial de plástico para 2020 superará las 500 millones de toneladas anuales. (I)