Cuando vi los videos que se pasaron a modo de prueba contra el asambleísta Dominique Serrano dibujando mientras atendía a un debate en la Asamblea Nacional... (sí atendía, se puede hacerlo) en seguida reconocí esa conducta. Quienes padecen TDAH con frecuencia recurren a actividades que no involucran los mecanismos de atención, pero moderan sus impulsos de hiperactividad. Y eso es lo que argumentó en su defensa el joven legislador, a quien no conozco. No se aceptó esta justificación. Penoso que el CAL haya recurrido a una “pequeña” injusticia en afán de demostrar que no le tiembla la mano cuando se trata de sancionar a miembros de la propia bancada.
Un grave problema de la democracia
El CAL y los acuciosos denunciantes me recordaron a los profesores de la vieja escuela para los cuales no existía ningún trastorno reconocido que cause la desatención en clases. Era simplemente vagancia o gana de molestar del alumno distraído, al que se lo golpeaba con un puntero, con la regla de un 1 m o con el borrador de pizarrón impregnado de polvo de tiza. Así bajaban de las nubes a los niños que estaban haciendo dibujitos, envolviendo rollitos de papel de estaño o moviendo compulsivamente una pierna. Estos tiempos brutales son añorados por muchas personas, que consideran que esos métodos eran herramientas pedagógicas eficaces. Otros, como la candidata que enfrentó en las últimas elecciones a Noboa, usan los términos “hiperactivo” y “atención dispersa” para descalificar a sus rivales políticos.
Esta alteración probablemente tenga una base neurobiológica, pero todavía su origen es desconocido. Muchas personas que han sufrido este padecimiento han salido adelante mediante significativos esfuerzos. Hay afectados que llevan vidas normales y no solo eso, sino exitosas. Entre quienes han conseguido manejarlo se encuentran Bill Gates y Steve Jobs. Thomas Alva Edison, John F. Kennedy, Vincent Van Gogh y Leonardo da Vinci no fueron diagnosticados, pues en su tiempo no se había identificado el síndrome, pero tenían sus síntomas. Puede ser que Salvador Dalí lo haya tenido, pues mientras pintaba solía emitir un zumbido, una forma típica de hiperactividad sonora. Se cree que buena parte de los tocados por este trastorno desarrollan una suerte de pensamiento transversal, que los hace más creativos y originales. Una adecuada dirección ayuda a que no solo alcancen la normalidad, sino que la superen. El uso de métodos violentos o denigrantes para controlar este problema corre el riesgo de ocasionar una quiebra en la personalidad del niño o del adolescente, en su autopercepción y en la posibilidad de paliar el mal.
Pero claro, el TDAH no es una garantía de éxito, todo lo contrario. Los finales felices que hemos narrado son una minoría, seguro es superior el número de afectados que toman por la senda equivocada. Mal desempeño estudiantil, pobre rendimiento laboral, consumo de psicotrópicos, problemas legales, conductas de alto riesgo, relaciones de pareja conflictivas más un largo y terrible etcétera. Los diputados, en lugar de estar preocupados viendo qué hace el de al lado, deberían estudiar una legislación que ampare a quienes viven con TDAH. (O)