El domingo 11 del presente mes se llevaron a cabo en tres países de la región importantes procesos electorales con resultados sorprendentes. Ecuador decidió, a pesar del histórico porcentaje de votos nulos y en blanco (18%), dar un giro hacia la derecha al elegir al líder del partido político CREO, Guillermo Lasso, presidente del Ecuador para el período 2021-2025, sobre el candidato del correísmo, líder de la coalición UNES y ganador de la primera vuelta electoral del pasado 7 de febrero, Andrés Arauz. En Perú, por su parte, la inmensa dispersión de votos otorgó a 9 candidatos presidenciales porcentajes de entre 5% y 19%, por lo que el presidente tendrá que ser electo en balotaje el domingo 06 de junio entre el líder del partido Perú Libre, Pedro Castillo, y la lideresa del partido Fuerza Popular, Keiko Fujimori, aun cuando entre ambos no lograron sumar siquiera un tercio de los votos. En Bolivia, por su parte, el partido del presidente Luis Arce, Movimiento al Socialismo (MAS), fue derrotado en los cuatro departamentos que realizaron la segunda vuelta electoral para elegir gobernadores, tras la jornada del 07 de marzo.

¿Qué tienen de sorprendentes estos resultados? Que, a pesar de la existencia de algunos reclamos y fallas en los procedimientos electorales, los resultados han sido considerados legítimos tanto por la gran mayoría de los ciudadanos, como por los principales actores políticos.

La victoria de Lasso en Ecuador fue para muchos inesperada, sin embargo, el reconocimiento político de Andrés Arauz significó una gran señal para la institucionalidad democrática. Más aún lo serían las palabras del expresidente Rafael Correa, quien a través de la red social Twitter también reconoció la derrota: “Sinceramente creíamos que ganábamos, pero nuestras proyecciones eran erradas”. El reconocimiento de ambos permite dejar atrás las denuncias de fraude levantadas por el excandidato Yaku Pérez.

Por su parte, las elecciones peruanas del pasado domingo 11 de abril ha resuelto llevar a segunda vuelta a dos candidatos que, opuestos ideológicamente en todo, coinciden en su ultraconservadurismo y el reconocimiento de los resultados del domingo.

En Bolivia, la Misión de Observación Electoral (MOE) de la Organización de Estados Americanos (OEA) resaltó en un comunicado oficial la importancia del reconocimiento de los candidatos y actores políticos, añadiendo adicionalmente una clave explicativa del éxito del proceso electoral: “La Misión constata que la actual integración del Tribunal brinda confianza y garantía a la organización de los comicios. De la misma forma, saluda a los candidatos y actores políticos que reconocieron su derrota” (Comunicado de prensa de la OEA, 13.04.2021).

Las elecciones son por definición momentos de gran incertidumbre política. A través de ellas se toman las decisiones más importantes dentro de una democracia: elegir a los gobernantes. Sus resultados, por tanto, son determinantes para la vida de las naciones y de la gente. Por ello, garantizar elecciones limpias, transparentes y de calidad, es una tarea crucial para la estabilidad de la democracia. Una tarea que comienza con la designación de las autoridades electorales, a través del estricto cumplimiento de las normas electorales y seleccionando no solo a los hombres y mujeres más capacitados para la gerencia de la administración electoral, sino muy especialmente, personajes de reconocida trayectoria y compromiso con la democracia y la defensa del derecho a la participación electoral.

Ese es, sin duda, el mensaje que envía el superdomingo electoral andino a Venezuela. (O)