Profundamente preocupados por una América Latina que ha dejado de tener una voz significativa en el concierto mundial, Ricardo Lagos (el expresidente chileno), Jorge G. Castañeda (político, escritor y profesor universitario) y Héctor Aguilar Camín (historiador y novelista mexicano) mantuvieron varias conversaciones para desentrañar este momento de extrema soledad regional. Por ejemplo, ante gravísimos problemas políticos y humanitarios, como la invasión rusa a Ucrania y la consecuente guerra que no acaba todavía, los latinoamericanos como unidad (¿acaso alguna vez lo fuimos?) pintamos muy poco.

En este fluido intercambio de ideas ellos se preguntan qué sucedería si, en una hipotética asamblea latinoamericana, los países de Nuestra América se pronunciaran ante la guerra emprendida por Rusia. Definitivamente, habría una absoluta discrepancia entre nuestros dirigentes políticos en el poder. Claramente, las tres dictaduras del continente (Cuba, Venezuela y Nicaragua) estarían a favor de Rusia (y, de paso, de China), incluso obviando consideraciones históricas y dejándose llevar por cuestiones geopolíticas. Otro grupo tal vez exhiba una postura titubeante (México, Argentina, Brasil, Bolivia, Perú y Colombia).

Desgastes

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Finalmente, otras naciones, comprometidas con Occidente, rechazarían la invasión (Chile, Uruguay, Ecuador, Paraguay). Esto no solo expresa una desunión coyuntural, sino una fragmentación de posiciones que nos impediría tener un protagonismo y una capacidad de incidencia internacional, que hemos ido perdiendo especialmente a partir del gobierno de Hugo Chávez, que ideologizó al máximo las relaciones internacionales, pensando el destino de América Latina solamente a partir de la idea –obviamente, fallida– de la reimplantación del socialismo. Es un error ideologizar la política exterior con supuestos ideales revolucionarios.

En este libro de tres autores (...) se señala que podríamos estar entrando en una nueva Guerra Fría.

En este libro de tres autores, La nueva soledad de América Latina. Una conversación (Bogotá: Debate, 2022), se señala que podríamos estar entrando en una nueva Guerra Fría. La amenaza de utilizar armas nucleares por parte de Rusia ha activado la tensión entre las potencias, y, ante este asunto de graves consecuencias planetarias, hay una lamentable falta de nuestra voz. Ricardo Lagos dice: “Latinoamérica tiene ciertas identidades propias, no ideológicas, desde las que se puede hablar con una sola voz”; por lo que podríamos ser mejor escuchados si concertamos una sola postura hemisférica, con propuestas que incluyan a Estados Unidos y Canadá.

La pospandemia nos invita a tratar de obtener respuestas para construir una gobernabilidad con seguridad social, estabilidad política y algo del estado de bienestar. La pandemia, lamentablemente, obligó a cada país a encerrarse en sí mismo. La pobreza, la desigualdad y la inseguridad han aumentado; ante esto, ¿cómo responder a las exigencias innegociables de las sociedades? Una América Latina donde cada país anda por su cuenta es un error histórico: nadie, solo, podrá superar los desafíos de antes de la pandemia y que se han agudizado al extremo de desnudar la fragilidad de todo el sistema económico, político y social en que vivimos. (O)