Es fácil amar cuando hay dinero presente, circulante y abundante, es casi natural estar agradecidos cuando tenemos salud y nuestra gente amada está en buenas condiciones y es interesante notar la fluidez de la felicidad cuando tenemos un empleo que nos asegure un ingreso mensual con evidentes proyecciones de crecimiento profesional, de suyo, hay muchos que piensan que la vida es bonita y Dios existe, solo cuando viven los escenarios antes mencionados, pero ¿qué pasa cuando la vida nos juega un revés? ¿Tenemos un amor maduro o amamos según las circunstancias? ¿Confiamos ciegamente en Dios o tenemos una fe infantil, que solo permanece fiel cuando el viento sopla a favor?

De esta manera me he quedado pensando en las convicciones con las que vivimos y creo que la vida nos pone a prueba para comprobar si es verdad aquello que predicamos o si solo son frases bonitas para las redes sociales, entonces, viene a mi memoria la historia bíblica de Job, un hombre próspero con hijos, esposa, y dinero en abundancia que amaba a Dios sin sentir vergüenza ni reparo en ello, hasta que un día alguien le dice a Dios que todo ese amor que Job le pregona es porque lo tiene todo, pero que si tuviera solo carencias y necesidades, seguramente renegaría de Él y lo desafía a poner a prueba su teoría, la historia es larga y cuenta el sinfín de pesares y humillaciones que esta persona sufre después, haciendo una brusca transición de la opulencia a la más cruenta y dolorosa pobreza económica y sanitaria, sin embargo, pese a la presión que tuvo desde muchos frentes, jamás renegó del padre del cielo y se mantuvo firme en la adversidad porque estaba convencido de que Dios no se equivoca y así pasó mucho tiempo hasta que un día, Dios detuvo el sufrimiento y recompensó con creces la fidelidad de Job.

Por tanto, creo que las pruebas que la vida nos presenta son una oportunidad para descubrir de qué madera estamos hechos, por supuesto, todos quisiéramos vivir con liviandad, fluyendo en positivo, pero estoy convencida de que hemos venido a este mundo para aprender, ahora, dependerá de cada uno cuál será ese aprendizaje, entonces en este camino vamos explorando un mundo que a veces nos presenta situaciones para reír a carcajadas y otras para sentarnos a llorar desconsoladamente, pero en ambas debemos tener claro que eso pasará y que todo va sumando. Es necesario aprender a surfear en mares tormentosos, recordemos que la familia es nuestra tabla de salvación y ellos son esa mano que nos mantiene a flote, ese susurro en nuestro oído que nos recuerda que todo va a estar bien y que no estamos solos, también, disfrutemos intensamente las temporadas soleadas con bellos atardeceres, pero fundamentalmente, no reneguemos del camino que estamos transitando, no cuestionemos atrevidamente a los cielos, por el contrario, confiemos en el proceso con el corazón lleno de amor y paciencia.

Finalmente, me mantengo en que hay que tener actitud frente a la vida y determinación frente a la adversidad, podemos detenernos, pero jamás rendirnos, corolario, comparto las palabras de Winston Churchill: “Si estás atravesando el infierno, sigue caminando”. (O)