El mercado estadounidense es fundamental para la supervivencia de las cadenas agrarias alimentarias, de allí que el anuncio de la imposición de nuevos gravámenes para los productos ecuatorianos alarmó a las fuerzas empresariales al conocerse que, finalmente, productos como banano, cacao, que antes registraban un arancel cero para ingresar a EE. UU., pasaron desde el 1 de agosto a sufragar 15 %, vigente hasta conocerse el resultado de negociaciones siempre reservadas. Quienes deberían asumir ese valor son los importadores, pero en muchos casos el incremento de cotización deja fuera de competencia al bien exportable, absteniéndose de comprar o lo hace en inferiores cantidades o simplemente lo adquiere de otro origen.

Se conocen situaciones concretas en que el importador pide al vendedor asumir esa elevación o compartirlo, lo cual obliga al exportador a reducir sus beneficios, quien a su vez trasladaría el impacto al agricultor que lo aceptará irremediablemente porque de no hacerlo afectaría las cosechas y el sostenimiento de los cultivos. Se ha dicho que el impuesto impactaría por igual a todos los proveedores, pero esa es una verdad a medias porque no todos tienen las mismas características que influyen en la productividad y calidad, es evidente que el banano ecuatoriano tiene virtudes que lo distinguen del de otras procedencias.

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Unas situaciones patéticas viven exportadores peruanos al irrespetarse su vigente Tratado de Libre Comercio, en clara inobservancia de las normas de la OMC, que establece un arancel negociado para Perú del 0 %, ahora los empresarios vienen aceptando compartir con sus clientes el nuevo del 15 %, a la espera que recientes negociaciones hagan retornar a lo acordado en el TLC. Lo normal ha sido que el importador cubra ese sobrecosto que se transfiere al consumidor, con capacidad de optar por otras alternativas.

Los niveles arancelarios no son los mismos para todos los productos agrícolas, así, el banano ha sido incluido en el grupo de los que pagan 15 %, lo cual significa que una caja exportada tendrá un encarecimiento mínimo de $ 1,50. En cambio, para los productos que ya poseían un arancel como las flores del 6,8 %, el tributo ascendería al 21 %; el mango que tiene en EE. UU. su más grande mercado (90 %), pasaría del 8% al 23 %. Frente a esta realidad los importadores se ponen en situación defensiva, aplicando los siguientes caminos: cargar el costo del bien importado a los exportadores, pagando menos de lo que corresponde o reducir el margen de utilidad absorbiendo los costos o elevar el precio al consumidor final o aplicar una combinación de las disyuntivas señaladas.

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Ecuador ha sufrido por la imposición de aranceles y todavía sigue pagando en menor magnitud cuando los importadores de banano de la Unión Europea tuvieron que sufragar valores astronómicos por la fruta adquirida en territorio nacional, habiéndose estimado que ese organismo regional recaudó $ 1.400 millones solo en los últimos cinco años y actualmente sigue generando 75 euros por tonelada, en tanto, carece de recursos para enfrentar las enfermedades de las musáceas comestibles. (O)