Me fascina todo lo que tiene que ver con galaxias, agujeros negros, universos paralelos, vida extraterrestre, vida submarina, misterios de las entrañas de la Tierra y los misterios de nuestro propio cuerpo. Me asombra lo inmensamente grande, la infinita variedad de formas y seres que habitan los espacios más disímiles y me atrae lo inmensamente pequeño, los quarks y toda la comunicación vibracional. Es como admirar a Dios, embelesarme por todo lo que no comprendo, pero abrazo con arrobamiento.
Hace poco vi en la serie de lo desconocido, en Netflix, el documental sobre la cueva de los huesos. Si les interesan estos temas, les invito a verla.
Revelan datos sobre el Homo naledi, una especie humana ancestral
En el sistema de cuevas Rising Start en Gaugeng, Sudáfrica, los científicos descubrieron una especie, nueva en todos los sentidos, el Homo naledi, poseedora de un cerebro no más grande que una naranja, que vivió hace más o menos 250.000 años, bastante antes que nosotros los orgullosos Homo sapiens, que enterraba sus muertos, conocía el fuego, aparentemente creía en la vida después de la muerte y manifestaba una fuerte espiritualidad, pero no son humanos.
No sé qué admirar más, si la vida de los naledi y sus largos caminos por kilómetros de cuevas subterráneas con pasajes casi imposibles de sortear llevando sus muertos, su respeto y amor por la vida de sus semejantes, manifestada en cómo los enterraban, o la tenacidad de los investigadores, su paciencia y conocimientos sin aspavientos. La pregunta fundamental: ¿Qué es ser humano?
Mis constataciones y preguntas: los naledi no hubieran podido sobrevivir sin la transmisión de conocimientos. Por eso me cuesta tanto que los derechos de autor sean una especie de título de propiedad individual, pues todos aprendemos de todos. La creatividad muchas veces es la transformación de algo que vemos, escuchamos, sentimos y luego ordenamos, unimos, mezclamos de diferentes maneras. Pero es muy difícil inventar algo de cero… casi siempre se apoya en conocimientos previos, que nos permiten ver lo que no veíamos, hacer lo que no hacíamos, entender lo que no entendíamos, manifestar lo que estaba oculto, pero no por eso es menos real.
Los Homo sapiens hemos hecho inventos vertiginosos, pero también han sumido el planeta en un mar de sangre y fuego, desigualdades, hambre y dolor. Rompemos montañas y trazamos caminos, nos comunicamos al instante con cualquier lugar del planeta y más allá, inventamos aviones supersónicos, pero hemos creado muchos guetos de barrios, de personas, de culturas, de países. Estamos más lejos estando cerca.
No hemos inventado mucho en lo social. Estamos lejos de solucionar el problema del hambre y la equidad. Nos falta avanzar en la comprensión de las emociones, tanta fuerza le hemos dado a las cantidades y a los números, que los sentimientos, la equidad, la empatía, el respeto, parecen no estar en las preocupaciones más urgentes.
Próximos a las elecciones, necesitamos ingenieros sociales, que tiendan puentes en los abismos que nos separan, que preparen los caminos con justicia, equidad y seguridad como herramientas, con la urgencia de sortear la violencia que nos arrincona y la tarea de hacer posible un presente y un futuro estable que devuelva el orgullo y la dignidad. (O)