Todos los analistas coinciden en que el 2023 será un año complejo, con decrecimiento de la economía e inflación a la vez, con alta incertidumbre global y local. Un año con muy poco espacio de maniobra; un año para dar en el blanco. La mejor forma de encararlo podría ser hacer preguntas que nos den poder y responsabilidad para tomar decisiones acertadas en la empresa y la vida.

El término preguntar tiene su origen etimológico en el latín: el prefijo pre-, que significa ‘antes’, y el verbo cunctari, que puede traducirse como ‘dudar’. Para que las preguntas tengan la capacidad de generar una acción transformadora debemos estar dispuestos a dudar de lo que sabemos y a tener menos convicción.

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Para Fran Peavey, un pionero en el uso de preguntas estratégicas: “Las preguntas pueden ser como una palanca que usas para abrir la tapa pegada de una lata de pintura (...). Si usas una palanca corta, quizás solo logres romper la tapa. Pero si tienes una palanca más larga, o una pregunta más dinámica, puedes abrir la lata ampliamente hasta remover todo su contenido (...). Si aplicamos la pregunta correcta, y excavamos suficientemente profundo, entonces podemos remover o sacar todas las soluciones creativas posibles”.

(...) visualizar lo que queremos traer a nuestras vidas en el 2023 y entonces planificar lo que vamos a hacer...

De ahí que uno de los ejercicios más valiosos que podríamos hacer antes que finalice el año es darnos un espacio con nosotros solos y con nuestra familia, colaboradores cercanos, accionistas, amigos, entre otros, para formular y dar respuesta a preguntas abiertas, incómodas, reveladoras y profundas. Preguntas que vayan enfocadas a lo más relevante y significativo que necesitamos saber y decidir para tener éxito en el 2023.

Tiempos de crisis, tiempos de oportunidad

Este ejercicio de reflexión individual y colectivo bien lo podríamos resumir en tres pasos:

Primero, revisar cómo nos fue en el 2022: ¿qué logramos contra lo que nos propusimos? ¿Qué realmente hicimos contra lo que dijimos íbamos hacer? ¿Qué funcionó y no funcionó? ¿Cuáles fueron los aciertos y fracasos? Segundo, analizar las lecciones que dejó el año: ¿tenemos un propósito claro? ¿Hemos estado alineados en las acciones y decisiones con el propósito? ¿Tenemos a la gente correcta? ¿Tenemos las habilidades necesarias? ¿Cuáles son las limitaciones o restricciones que tuvimos para alcanzar los logros? ¿Qué podríamos continuar haciendo? ¿Qué deberíamos hacer mejor? ¿Que podríamos cambiar? Y tercero, visualizar lo que queremos traer a nuestras vidas en el 2023 y entonces planificar lo que vamos a hacer: ¿cuál es la mayor aspiración en el 2023? ¿Qué decisiones van a marcar la diferencia en la vida de la empresa y en la empresa de la vida? ¿Qué podría afectar severamente nuestras aspiraciones en el 2023? ¿Qué información o hechos debemos mirar con atención? ¿Cuál va a ser nuestra red de apoyo? ¿Qué habilidades vamos a desarrollar? ¿Cómo podemos asegurarnos de que hay consistencia con las acciones? ¿Cómo nos podemos comunicar mejor?

Cada quien puede formular sus propias preguntas estratégicas. 2023 es un año para tener presente a John Miller, autor del libro The question behind the question, quien afirmó: “La calidad de las preguntas que nos hacemos determina la calidad de nuestros pensamientos y, en consecuencia, la calidad de nuestras vidas”. (O)