Ha colapsado la megaglobalización. El presidente y su gabinete económico tienen que adaptar la política económica a las nuevas circunstancias. El desarrollo económico es una preocupación ajena al Plan de Desarrollo, enfrascado en el cambio climático, la economía violeta y la economía circular.

Las recetas de cambio económico se ajustan a las circunstancias. En 1930, cuando Washington cerró sus puertas al comercio internacional, el mundo entró en recesión. Los países optaron por un crecimiento puertas adentro y un mayor papel para el Estado. Se impusieron las tesis de J. Maynard Keynes. En América Latina, a partir de 1930 en Brasil y de 1934 en México, Getulio Vargas y Lázaro Cárdenas, respectivamente, impulsaron las empresas públicas y la sustitución de importaciones. En 1949 el economista argentino Raúl Prebisch desarrolló la teoría de la dependencia y la sustitución de importaciones. Toda Latinoamérica la adoptó. Tuvo logros importantes en una primera etapa, en particular en países más grandes, pero luego el desarrollo se pasmó.

Ecuador adoptó legalmente la sustitución de importaciones en 1957 y la aplicó desde 1970 con el Pacto Andino y 1972 con el gobierno de Rodríguez Lara, cuando ya estaba de salida.

En los sesenta Milton Friedman lidera una reacción contra el papel del Estado, elaborando sobre las tesis de Hayek, el gran rival de Keynes. El mundo se alejó del estatismo. En 1975 Chile fue el primer país de Latinoamérica en abandonar la sustitución de importaciones.

La apertura económica permitió un gran crecimiento de la economía mundial. Chile lideró la apertura en América Latina. En Ecuador el abandono de la sustitución de importaciones comenzó en 2016 con la firma de un acuerdo con la Unión Europea y el epitafio fue en 2024 con el cierre de la planta de General Motors. Para entonces, la megaglobalización comenzaba su retirada.

Hay tres factores para que el mundo dé marcha atrás en la megaglobalización:

-La China aprovechó las debilidades de la apertura. Ofreció su mercado a las grandes multinacionales a cambio de acceder a sus tecnologías, las que siguió desarrollando; subsidió a sectores y empresas innovadoras, y hoy China es la fábrica del mundo.

-Trump siente que EE. UU. ha perdido su industria y comienza a depender de China, y cierra su economía para reindustrializarse.

-Las economías latinoamericanas crecieron con la megaglobalización. Se volcaron a los productos básicos tanto alimentos como minerales, pero perdieron complejidad. Tal como fue el caso con la sustitución de importaciones, la apertura no ha llevado a un crecimiento sostenido. El mayor éxito regional es el de Chile, y en 2019 los chilenos se rebelaron contra la apertura; en 2022 eligieron en Boric a un presidente antisistema.

Para Ecuador, y otros países, cabe ahora adoptar una nueva política económica en que haya una mayor colaboración entre el Estado y la empresa privada. Lo que no quiere decir retorno a la sustitución de importaciones, tampoco que el Estado ordene a las empresas lo que deben hacer, ni que el Estado esté subordinado a intereses privados. Hay que aprovechar mejor lo que hay aún de apertura, y tornar más eficientes las actividades dirigidas al mercado interno. Hay que hacerlo ya, el tiempo apremia. (O)