Este concepto es muy utilizado últimamente en el comercio exterior, pero ¿qué significa? Pues su traducción literal es puntales cercanos, que no es la mejor traducción para este concepto que ha ganado espacio y auge durante la

pandemia.

Hemos sido testigos de la guerra comercial que se creó entre los Estados Unidos de Trump y la República Popular de China de Xi Jinping durante el 2019, que se intensificó durante la pandemia. Esta guerra comercial trajo preocupación para las empresas estadounidenses que se encontraban en Asia, puesto que su mercado es los EE. UU. Durante la pandemia, por el cierre de puertos y demás, se crearon retrasos extensos en la entrega de productos, lo cual hizo que estas empresas analicen si realmente les convenía estar ubicadas en Asia cuando su mercado estaba al otro lado del Pacífico.

Así pues, el nearshoring empezó a ganar fuerza. Para muchas empresas estadounidenses volver a reubicarse dentro de EE. UU. nunca ha sido una opción por diversas razones, especialmente el costo de las materias primas y los salarios de los trabajadores, por lo cual determinaron que su mejor solución para estar cerca de EE. UU. era reubicarse en países de América Latina. ¿Por qué América Latina? Pues algunos países de la región han demostrado que están a la vanguardia en las tendencias mundiales en facilitación del comercio, competitividad y encadenamientos de productos.

Entonces, ¿es Ecuador una opción? Primero, durante los últimos 14 años tuvo estabilidad de gobernanza pero inestabilidad política, puesto que tuvimos presidentes estables pero su política pública no proponía seguridad jurídica para los inversionistas ni previsibilidad a largo plazo. Segundo, nuestras Zonas Especiales de Desarrollo Económico (ZEDE) no han sido un ancla atractiva para el inversionista local o extranjero, puesto que no cuentan con todas las características que las zonas francas del resto de países de la región sí. Y, por último, el régimen tributario y laboral ecuatoriano ha demostrado que, a pesar del gran riesgo que es para un inversionista invertir en Ecuador, además tiene un socio oculto que es el Servicio de Rentas Internas, y debe casarse de por vida con sus trabajadores, sea que estos cumplan o no con lo que la empresa requiere de ellos.

Por lo tanto, el Gobierno del presidente Lasso busca la apertura comercial estructurada, por lo cual, es necesario repensar cómo Ecuador puede ser atractivo para los inversionistas. No se trata únicamente de tener recursos naturales y una posición geográfica envidiable, sino que la política pública le permita a un potencial inversionista arriesgarse a reubicarse dentro del territorio ecuatoriano.

La hoja de ruta está clara. El Decreto 68 ha demostrado la voluntad política de cambiar el rumbo del país, ahora falta que la parte técnica y jurídica acompañen. Además, la Función Legislativa tiene una obligación muy grande con el país, persiguiendo el interés colectivo. Una vez más, pienso que es un acierto apostar por las zonas francas como herramienta robusta para entrar en el nearshoring. Queremos un Ecuador atractivo y listo para competir en la globalización. (O)