No sé si habrá visto la serie argentina El eternauta. Si no la vio, le recomiendo no perder el tiempo. Es malísima, pero admito que es una opinión personal y que no me gusta el género. Si la vio y disfrutó, pasó un buen momento y lo felicito. Quizá entonces se acuerde de la frase que identifica a la serie: lo viejo funciona.
Es una frivolidad establecer un principio desde un dicho popular, o una frase redonda que puede parecer sabia y casi nunca lo es. Sabia es la ciencia, con sus conclusiones y consecuencias, no lo que suena bien.
Lo viejo funciona en El eternauta porque una nevada letal, acompañada de una fuerte radiación, interrumpe todo lo que dependa de la electrónica. Es la vuelta al mundo sin electricidad y sin señales. No hay computadoras, ni celulares, ni controles remotos, ni autos que dependen de la electrónica. Solo funciona lo mecánico, los carros viejos, a pura mecánica, y se vuelven codiciados. Y si las cosas viejas funcionan, también funcionan los viejos que saben moverse en ese mundo que para los jóvenes es desconocido.
Es el mensaje de El eternauta: en momentos de grandes crisis hay que recurrir a lo simple, a lo que siempre funciona, como la palanca.
Bueno. Lamento defraudarlo. Lo viejo funciona solo si está bien mantenido, y funciona mal al lado de lo nuevo. Nadie se compraría un carro viejo solo para que funcione en caso de un apagón energético masivo. El mundo no vuelve para atrás: progresa y cada día a más velocidad. Eso está probado y no hace falta recurrir a la ciencia. Una persona de clase media, en Ecuador de hoy, vive mejor que el emperador Carlomagno en el año 800. Y dentro de 500 años podremos decir lo mismo de los que estamos ahora elucubrando sobre estos asuntos.
Esta cuestión tiene un correlato directo en la política. Lo viejo no está funcionando y no hay nada que hacerle. Por la velocidad a la que avanza la historia, lo nuevo se hace viejo cada vez más rápido. Piense, solamente, que en pocos años se renueva el padrón de votantes en cualquiera de nuestros países, en los que la vieja política se afana en influir con sus apolilladas estrategias, que las nuevas generaciones ni entienden ni quieren: más bien las aborrecen.
No funcionan los políticos viejos ni la vieja política. Hay otra cultura. Ya estamos en otro mundo. Diría que no funciona ni la democracia tal como la hemos conocido y que las nuevas generaciones tendrán que hacer un esfuerzo suplementario para convivir con los que piensan distinto. Esto puede ser un problema, pero confiemos en que lo conseguirán.
Hoy la mentira se huele a kilómetros y la corrupción se nota en la cara. Nada se puede esconder y todo se sabe en 2 segundos. Las ideologías inventadas tampoco sirven porque nadie les cree. Se acabó la impunidad. Los delitos cometidos desde el poder se filman con celulares. Si la vieja justicia no condena, lo hará la opinión pública y al final la justicia también condenará, acosada por la vergüenza o porque por fin se redimió. Las nuevas generaciones aborrecen la mentira, la falsedad y el doble rasero. La vieja política ya no sirve, diga lo que diga El eternauta. (O)










